Aunque la mayoría de las personas no tienen muy claro qué es el apalancamiento financiero, lo cierto es que puede constituir una gran herramienta para conseguir mejorar su situación económica, especialmente porque permite invertir más dinero del que se dispone realmente, al utilizar la deuda para financiar una parte significativa de la inversión. Esto se traduce en un grado de apalancamiento financiero que se calcula mediante una fórmula específica, la cual toma en cuenta los recursos propios invertidos y el monto de la deuda, ofreciendo así una visión clara del ratio de apalancamiento.
Pero, ¿qué es y para qué sirve el apalancamiento financiero exactamente? Aunque semánticamente pueda inducir a error, este término está relacionado con el de «palanca», es decir, el desbloqueo o impulso de una operación financiera. En concreto, se refiere a las inversiones que utilizan parte de capital propio y de endeudamiento para obtener una rentabilidad.
El apalancamiento financiero sirve para aumentar la rentabilidad de las inversiones al permitir invertir en proyectos de mayor envergadura, como podría ser la compra de un inmueble valorado en, digamos, 10.000 euros más de lo que se podría afrontar con los euros de fondos propios. Por ejemplo, al cabo de un año, una empresa que utiliza la deuda para financiar la adquisición de un activo podría ver cómo este incremento en el valor del activo mejora significativamente su retorno financiero, siempre y cuando se maneje adecuadamente el cambio de intereses y el tipo de interés aplicable a la deuda.
En este sentido, solo hablaríamos de apalancamiento financiero cuando exista una rentabilidad prevista. Comprar una segunda vivienda para alquilarla o venderla por más dinero en unos años entraría dentro de este concepto. Y en el ámbito empresarial ocurre exactamente lo mismo: hablamos de apalancamiento financiero cuando nos referimos a operaciones que buscan exclusivamente la rentabilidad. Y esa es la principal diferencia que tiene respecto al concepto de crédito: que el fin último del apalancamiento financiero consiste en obtener una rentabilidad con esos fondos prestados. Es decir, que se pretende conseguir dinero a raíz de un capital que no se tiene. Un crédito no necesariamente busca sacarle un rendimiento a ese préstamo.
En el ámbito empresarial hablamos de apalancamiento financiero cuando nos referimos a operaciones que buscan exclusivamente la rentabilidad
Sin embargo, es crucial comprender las ventajas y desventajas del apalancamiento financiero, ya que si bien permite invertir en oportunidades que de otro modo serían inaccesibles, también introduce un riesgo que conllevan las operaciones financieras de esta naturaleza. El éxito de una operación financiera apalancada depende en gran medida de que la rentabilidad obtenida supere el coste del endeudamiento, lo que no siempre es seguro debido a la volatilidad de los mercados y al posible cambio de intereses.
Además del riesgo inherente de la inversión y los intereses a pagar, las empresas deben tener en cuenta otras obligaciones financieras como los impuestos que paga una empresa en España, que pueden aumentar significativamente con la expansión de operaciones o con la adquisición de nuevos activos.
Para calcular el grado de apalancamiento financiero se utilizan las fracciones, cuyo divisor (el último número) representa el valor de la inversión dividido entre los recursos propios invertidos en la operación, tal y como explica este post del Banco Santander. Imaginemos, por ejemplo, que una empresa pretende invertir 50 000 euros con tan solo 5000 euros de fondos propios. La fracción resultante sería 1:50.000/5.000, es decir, 1:10. Este valor representa el ratio de apalancamiento financiero, que en este caso viene a decir que uno de cada 10 euros invertidos procede de la caja de la empresa.
Se trata de una fórmula para calcular especialmente útil para las empresas con escasez de fondos propios, pero con capacidad para captar crédito para realizar una inversión. El objetivo siempre es obtener una rentabilidad a largo plazo. De ahí que haya numerosas compañías que compran y venden bienes inmuebles incluso sin darles un uso propio. También les permite invertir en otro tipo de bienes, en Bolsa o en la compra de acciones de otra compañía.
A modo de ejemplo, pensemos en una empresa que dispone de 200 000 euros de capital inicial propio que desea invertir. Podría destinarlo todo a una oficina que vale exactamente ese precio y que, al cabo de cinco años, le permita conseguir una rentabilidad del 20 %, es decir, 40 000 euros, porque su valor de venta se ha disparado hasta los 240 000 euros.
Con la fórmula del apalancamiento financiero podría destinar esa misma cantidad inicial (200 000 euros) a comprar el edificio entero de oficinas por un millón de euros. Si el aumento del valor del inmueble fuese idéntico al ejemplo anterior (20 %), y con un tipo de interés del 10 % para los 800 000 euros prestados, esa misma empresa podría lograr unos beneficios de 120 000 euros cinco años después: se vendería el inmueble por 1,2 millones y habría que restarle los 200 000 euros de inversión inicial, los 800 000 del crédito y 80 000 por los intereses. Es decir, al utilizar el apalancamiento financiero se triplicarían los beneficios invirtiendo la misma cantidad.
Por tanto, al calcular el apalancamiento financiero, es importante tener en cuenta tanto el potencial de crecimiento del activo adquirido como los costes asociados al endeudamiento. A largo plazo, el objetivo es que el uso estratégico del apalancamiento financiero no solo permita invertir en proyectos de mayor escala sino que también contribuya a aumentar la rentabilidad de la empresa, siempre teniendo en cuenta el riesgo que conllevan estas operaciones y planificando cuidadosamente para mitigar posibles contratiempos financieros.
