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Micromanagement: ¿En qué consiste y cómo controlarlo?

Micromanagement refiere la gestión que se centra excesivamente en los detalles. Evidentemente, la meticulosidad tiene unos efectos favorables en los resultados conseguidos por cualquier equipo de trabajo. Sin embargo, estar siempre pendientes de los detalles puede perjudicar al ambiente de trabajo y a la productividad del equipo.

¿Cómo es un micromanager?

El jefe micromanager es el que siempre está pendiente de sus empleados y de cómo trabajan. No duda en realizar observaciones en cada paso del trabajador y, aunque suele hacerlo con buena intención, puede llegar a ser crispante.

Este perfil suele darse en personas demasiado dominantes o con dificultades para delegar. En consecuencia, les gusta que todo se haga como ellos consideran y no terminan de fiarse de los métodos de sus subordinados.

Por ejemplo, al acotar el modo de trabajo se pierden las mejoras que podría implementar un trabajador más experimentado en su campo. Además desincentiva la innovación y las acciones cruzadas. Y en la mayoría de los casos impiden que las tareas puedan optimizarse a partir de la libertad ejecutiva de un equipo multidisciplinar.

Si el micromanager es estricto en su gestión, es muy probable que termine generando inseguridades y temores en sus subordinados, dinamitando su capacidad de trabajo

Por otro lado, supone un factor de estrés para los trabajadores, que pueden desmotivarse pronto y dejar de aplicar la creatividad. Si, además, el micromanager es estricto en su gestión, es muy probable que termine generando inseguridades y temores en sus subordinados, dinamitando su capacidad de trabajo. Por no hablar de lo poco eficiente que resulta este perfil para su propia productividad. A fin de cuentas, si el micromanager invierte su tiempo en revisar cada detalle de su oficina, no dispone de tiempo para hacer su propio trabajo.

5 recomendaciones para lidiar con un micromanager

Si los trabajadores quieren mantenerse motivados y productivos no pueden estar padeciendo siempre las prácticas del micromanager. Pero, evidentemente, es su jefe. Por tanto no pueden despedirlo ni desobedecer sus órdenes. De modo que lo mejor es seguir ciertas prácticas como las que se describen a continuación para evitar el burnout y mantener la productividad.

1. Anticiparse a las tareas que pueda pedir

Anticiparse a las tareas que el micromanager pueda solicitar es la mejor forma de esquivar las situaciones de control. Al tomar la iniciativa, el empleado evitará que su superior controlador le imponga vías de actuación estrictas y poco optimizadas.

En los casos en los que el gerente se ha dado cuenta de sus errores, o no es tan obsesivo en su supervisión, la anticipación puede generar una buena relación entre el empleado y el jefe. Así que esta es una forma idónea para que el micromanager deje de controlar al empleado.

Micromanagement: ¿En qué consiste y cómo controlarlo?

2. Explicar el estado de las tareas de manera proactiva

El micromanager necesita tener la situación bajo control en todo momento. Por tanto, una forma de evitar su supervisión excesiva es anticiparse a su búsqueda de información. Si el empleado le explica el estado de las tareas de manera proactiva satisfará las necesidades de su superior, evitando que este realice un interrogatorio o se ponga a bucear en informes.

La proactividad requiere anticipación y claridad. Es decir, hay que ofrecer esta información antes de que sea solicitada. Además, hay que explicar por qué las tareas se encuentran en el estado actual y qué se va a hacer al respecto.

3. Explicar cómo afectan sus decisiones a la productividad

Muchas veces el jefe controlador no sabe que está perjudicando al equipo. Incluso, en los casos en los que se le confronta, sale por la tangente con argumentos tales como «me gusta un resultado perfecto» o «no quiero pasar ningún detalle por alto».

La mejor opción del empleado es explicar, de un modo asertivo, cómo afectan las decisiones de su superior a su productividad

Ante tan virtuosas justificaciones, la mejor opción del empleado es explicar, de un modo asertivo, cómo afectan las decisiones de su superior a su productividad. No hace falta ser servicial, sino exponer de forma no hiriente que su intervención es nociva en ciertas ocasiones. Gracias a ello, el micromanager podría darse cuenta de la situación y rebajar su nivel de presión.

4. Ofrecerle diferentes alternativas

Ofrecer alternativas es una forma de anticiparse a las peticiones del superior sin socavar la propia iniciativa. También se pueden presentar otras formas de controlar al equipo. Hay que ser asertivo para que el gerente no piense que se le está diciendo cómo hacer su trabajo.

5. Preguntarle siempre que haya dudas

Preguntar al gerente cada vez que surja una duda es fundamental para el buen funcionamiento del equipo. Sin embargo, resulta aún más importante en el caso de los micromanagers. A fin de cuentas, su meticulosidad va a conllevar que exijan unos resultados muy concretos. Por eso vale la pena hacer una consulta previa para ofrecerle el resultado que desea antes que tener que corregir el trabajo.

En definitiva, existen métodos para evitar el micromanagement, que pasan por la proactividad y la asertividad. En cualquier caso, esta forma de gestión tiene efectos perniciosos para la empresa, de modo que hay que intentar corregirla desde el momento en que se detecta.

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