Ciberataques, la otra pandemia
Guía para proteger con éxito tu compañía en la era post Covid
Existen diferentes tipos de ciberataques que sitúan a las empresas ante una situación de completa vulnerabilidad. Ante un escenario en que las compañías se han visto obligadas a adoptar tecnologías de forma abrupta, se ha incrementado el riesgo de convertirse en víctimas de un ciberataque. Tanto es así que en 2020 España registró un máximo histórico de ciberamenazas.
Internet se ha convertido en un entorno cada vez más hostil, y en un momento en el que todos los datos y transacciones se comparten desde un soporte digital, estar protegidos y saber cómo actuar ante un ciberataque es una prioridad para las empresas. Para ello, es clave identificar los tipos de ciberataques que pueden recibir y cuáles son sus consecuencias.
Existen varias técnicas de hacking que usan los ciberdelincuentes para franquear la seguridad y acceder a información sensible. Sin embargo, según los expertos, estos son los tipos de ciberataques más comunes:
El Ransomware es un tipo de software malicioso que infecta al equipo mediante un virus y troyano, cifra los archivos, restringe el acceso al sistema informático de la empresa y exige el pago de un rescate para eliminar la restricción. Puede entrar en el sistema mediante un adjunto de correo electrónico o a través del navegador si se visita una página web infectada. Este tipo de ataques costaron a las organizaciones más de 7.500 millones de dólares en 2019.
Es un método que los ciberdelincuentes utilizan para engañar a la empresa y/o sus empleados y conseguir que revelen información personal y de la empresa. A través del phishing se extraen contraseñas de acceso a la red corporativa o datos de las tarjetas de crédito y de la seguridad social, así como números de cuentas bancarias. El robo de este tipo de datos se consigue mediante el envío de correos electrónicos fraudulentos que parecen proceder de fuentes de confianza (bancos, compañías de energía o mensajería, etc.).
El Spoofing consiste en alterar una página web modificando de forma no autorizada su código. Se puede hacer para cambiar el contenido de la web, como protesta o reivindicación o para hacerse pasar por el sitio legítimo buscando obtener información confidencial. Los ciberdelincuentes emplean programas automáticos que rastrean internet en busca de sitios vulnerables para realizar un ataque y hacerse con el control del servidor, sin que la empresa se dé cuenta.
Consiste en el robo de datos sensibles de la empresa, propios o de clientes. Esto puede dañar la reputación de la compañía y sus operaciones, además de poder repercutir en sanciones penales, civiles y administrativas. El origen puede ser desde un virus que infecta un equipo, el envío de correos electrónicos para conseguir una contraseña de acceso a la red corporativa o el espionaje de la actividad en línea.
Los expertos advierten de los catastróficos daños que pueden causar estos ciberataques. Un informe de IBM Security revela que, de 500 brechas de datos analizadas, el 80% de las veces los datos de los clientes de la empresa afectada quedaron expuestos. Además, el coste medio de este tipo de brechas superaba los 3,8 millones de euros.
Según el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), el cibercrimen ya supone el 1% del PIB Mundial y España se sitúa en el tercer puesto del ranking como uno de los países con más ciberartaques, por detrás de Estados Unidos y Reino Unido. En nuestro país, los ciberataques cuestan a las empresas más de 14.000 millones de euros cada año. Y las consecuencias son evidentes:
En definitiva, hay varios tipos de ciberataques como el ramsomware, el phising o el spoofing que suponen graves riesgos cibernéticos para las organizaciones. Por lo que estas deben reforzar sus sistemas de ciberseguridad para garantizar la protección de los datos y la privacidad en sus operaciones.