Cuando las empresas se plantean la sustitución de activos de TI al fin de su vida útil existen dos grandes riesgos: una brecha de seguridad por la incorrecta eliminación de datos sensibles, y el creciente daño medioambiental que causan las toneladas de e-waste que se generan anualmente.
Es por eso que garantizar que la retirada de activos de TI se hace de forma segura y sostenible debería ser una prioridad, tanto desde el punto de vista empresarial como de la Responsabilidad Social Corporativa.