La actualización de los desafíos globales que ha traído consigo la crisis del coronavirus sintetiza un nuevo entorno de equilibrios internacionales en los que las grandes potencias tratan de reestablecer su mapa de influencias.
La nueva Administración Biden balancea su ruptura con la herencia Trump mientras trata de difuminar las tensiones con China en el campo de batalla de las nuevas tecnologías, con la Inteligencia Artificial y las redes 5G como frentes principales y una sempiterna guerra comercial que enquista las relaciones diplomáticas.
En ese baile, la UE no puede ni debe ser un mero observador, debiendo fijar una estrategia propia, mientras en paralelo se ocupa necesariamente de hacer frente a la creciente asertividad de socios principales como Rusia o Turquía y, ahora también, el Reino Unido.