Los últimos indicadores económicos anticipan que la economía española finalmente no entrará en recesión en los próximos meses, pese a la presión inflacionaria, la contracción de la demanda y los altos precios de la energía. No obstante, la recuperación económica parece que será más lenta de lo esperado y eso obligará a las empresas a establecer planes de choque con los que asegurar su salud financiera. Estrategias, en definitiva, en las que apostar por la innovación y la tecnología para atajar el gasto superfluo y optimizar la eficiencia de costes.
En esta labor, el departamento financiero debe acompañar el flujo operativo de la organización sin restar competitividad o frenar el aprovechamiento de nuevas oportunidades de negocio. Un objetivo que pasa, entre otras cosas, por garantizar la gestión eficiente de la tesorería, minimizar el riesgo fiscal y asegurar recursos financieros a largo plazo.
No en vano, cuidar la salud financiera de la empresa va más allá de pagar las facturas a tiempo. Unas finanzas sanas implican también una buena gestión del stock, rentabilizar las inversiones y optar por fuentes de financiación alternativas, muchas de ellas de carácter fiscal.
Para conseguir esa buena salud financiera, las organizaciones deben además apostar sin miedo por las nuevas tecnologías. Las herramientas financieras automatizadas permiten a las empresas controlar sus gastos y reducir el tiempo dedicado de los departamentos financieros a tareas de bajo valor añadido, lo que repercute de manera directa en el aprovechamiento del talento y el impulso de proyectos innovadores.