La inteligencia artificial (IA) está revolucionando la manera en que las organizaciones funcionan, toman decisiones y ofrecen servicios. Este avance, no obstante, trae consigo una responsabilidad cada vez mayor. En 2024 se aprobaron nuevas normativas sobre el uso ético y transparente de la IA, tanto a nivel europeo como global, lo que marcó un antes y un después: ahora el cumplimiento de estas normativas no es opcional, sino una obligación legal y de reputación para las empresas e instituciones.
La IA no solo es clave en los procesos productivos, sino también en la gestión del personal. Por eso, atender a sus implicaciones éticas es esencial para proteger la salud de las personas trabajadoras. Además, las empresas deben asegurarse de ofrecer formación completa y actualizada a su plantilla, y evaluar cuidadosamente los riesgos asociados al uso de esta tecnología.