Nuestro país no puede permitirse el lujo de seguir perdiendo peso industrial. La industria ha pasado de suponer el 34% del PIB en 1970, al 13% actual. Y sin embargo, se ha demostrado que los países que más han apostado por la industria han resistido mejor la crisis, generan más empleo cualificado y son más innovadores y exportadores.
La Comisión Europea ha realizado una apuesta firme por el desarrollo de una industria “fuerte y sostenible”, dentro de su estrategia Europa 2020, en la que pretende pasar de una contribución del sector al PIB europeo, del 15,5% en 2011 al 20% en 2020.
Nuestro país no debe quedar al margen de ese esfuerzo europeo, y tras la consolidación fiscal, tiene que situar al sector industrial en el centro de su agenda política y económica.
Para ello, igual que se han llevado a cabo las reformas necesarias para evitar el rescate de nuestra economía, para devolver la confianza a los inversores, y para recuperar la senda del crecimiento y del empleo, ahora hay que seguir haciendo reformas para ganar la batalla de la competitividad y para ello es necesario contar con una política industrial que promocione el fortalecimiento y desarrollo de una industria competitiva, reindustrializando nuestro país, todo ello como elemento clave de un nuevo modelo de crecimiento económico sostenible.