La irrupción de la Covid-19 ha transformado de manera abrupta el escenario empresarial, convirtiendo la gestión de la tesorería, la protección patrimonial, tanto de la empresa como de sus accionistas, o la adecuada gestión de los derechos y obligaciones asumidos contractualmente en desafíos constantes.
La caída de la demanda y del consumo está derivando en problemas graves para las organizaciones. El desabastecimiento, la falta de financiación para funciones críticas y las negociaciones con acreedores o deudores son algunos de los desafíos que han tenido o tendrán que afrontar las empresas en el presente y en el futuro más cercano.
A todo ello hay que añadir los retos que el cambio en el entorno socio económico y laboral está planteando a las organizaciones en aspectos tan importantes como la movilidad o la igualdad retributiva, que tiene como objetivo reducir la brecha salarial en las empresas. En ese escenario de incertidumbre y volatilidad, las compañías necesitan liquidez para huir del riesgo de insolvencia y necesitan soluciones para afrontar el futuro con solidez.