El nuevo ecosistema digital impulsado por la irrupción del coronavirus ha provocado una serie de cambios estructurales en las relaciones laborales. Las organizaciones deben ajustarse al nuevo marco normativo sin olvidar que esta nueva forma de relacionarse implicará un esfuerzo adicional en la gestión del talento.
A principios de año entraron en vigor dos reales decretos por los que se fija la obligatoriedad de aplicar planes de igualdad en el seno de las compañías, así como contar con un registro salarial disgregado por sexo y categoría profesional. Esto, unido a la regulación sobre el teletrabajo y la jornada a la carta, conforma un nuevo marco que las organizaciones deben tener en cuenta.
Al mismo tiempo, el crecimiento acelerado de los procesos de digitalización y ese cambio de modelo que estamos viviendo obligan a las organizaciones a repensar el modo en el que se atrae y se retiene el talento. Nuevos perfiles cada vez más exigentes y las empresas deben conocer sus prioridades, trabajar en la propuesta de valor y potenciar la experiencia del empleado.