Las empresas han entendido que la cultura del cuidado debe ser un vector clave de crecimiento empresarial. La salud mental y la física (junto a la financiera o la emocional) forman parte de un bienestar general que debe ser gestionado desde una visión integral y holística por las empresas a través de la implementación de programas de wellbeing.
La mala comunicación, el bajo nivel de apoyo a los empleados o la falta de una política preventiva en materia de salud son algunos de los aspectos que pueden generar un impacto negativo en el bienestar de las personas de la organización.
Los esfuerzos no deben centrarse únicamente en eliminar factores negativos, sino en implementar aquellos que sean positivos para la salud, como la flexibilidad horaria, el teletrabajo, la desconexión digital, los programas de alimentación saludable o los planes de carrera y formación.