Se dice que las empresas inteligentes, son aquellas capaces de conectar experiencias y operaciones, tanto a nivel interno, como externo. Un verdadero reto, que tiene como elemento tractor el dato. Ese dato, que, para muchos ,es el nuevo petróleo del siglo XXI. Pero para que el petróleo resulte útil, hay que extraerlo, refinarlo y distribuirlo. Es decir, la clave no está en ese BigData que se consigue tras recopilar todo lo medible, sino en la SmartData en que se traduce, cuando se le aplica la correcta analítica de negocio.
El éxito radica en saber activar ese conocimiento adquirido, incluso en
tiempo real, para tomar las mejores decisiones y obtener una ventaja competitiva
tangible. Ventaja que, tendrá como recompensa primera, la fidelización de un cliente
satisfecho; el cual, repercutirá de forma recurrente en el aumento y consolidación de
mi cifra de negocio.
Se entiende la importancia de que ese dato tenga la capacidad para fluir de forma ágil, óptima y transversal, entre las distintas entidades que lo puedan demandar. Pero más allá de eso, lo que se deduce, es una necesidad empírica de acabar con los silos internos, para así, garantizar la veracidad del dato