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En un contexto de cambio rápido y continuo como el actual, el conocimiento es un activo clave para la competitividad en las empresas. Pero la mayoría del conocimiento no se encuentra en los sistemas informáticos ni en los repositorios de información, sino que reside en las personas como reflejo de su trabajo diario y de la evolución del mismo.
Agilizar la transferencia de conocimiento tácito, entre personas, y aprovechar esa transferencia para generar una inteligencia colectiva a disposición de la empresa es clave para la competitividad. Generar entornos de trabajo colaborativo es esencial para poder llevarlo a cabo.