En un mundo donde las nuevas tecnologías marcan la velocidad a la que gira el planeta y transforman de manera acelerada los viejos esquemas sociales, las empresas deben asumir un rol que va más allá de la simple generación de riqueza. En sus manos está ayudar a dirigir el rumbo en un escenario donde se han perdido los referentes y existe una importante crisis de valores.
Esta labor empieza dentro de las mismas organizaciones, apostando por liderazgos éticos que sean inclusivos, inspiradores y sirvan para crear vínculos emocionales con empleados, clientes, proveedores y colaboradores. En definitiva, que sirvan para crear empresas más humanas sobre la inteligencia emocional de manera que la nueva revolución de las máquinas se convierta en un factor que contribuya y sume en los modelos empresariales del futuro.