Los cambios sociales y tecnológicos de los últimos años han redefinido por completo el perfil tradicional de cliente. Los hábitos de consumo siguen evolucionando hacia nuevos paradigmas digitales donde la multiplicación de puntos de contacto entre personas y marcas se entiende como una cuestión nuclear. En este marco, el concepto de omnicanalidad está configurando un formato de relaciones en el que se prioriza la creación de experiencias únicas totalmente integradas para el usuario.
Omnichannel es la nueva palabra de moda en el mundo de la empresa. Un concepto que viene para quedarse y que tiene un fuerte impacto en el modelo de negocio y operativo de las compañías. Omni implica, más que nunca, ponerse en la piel del cliente, entender qué nos está pidiendo y eliminar las barreras entre canales que separan a vendedores y consumidores.
Para poder construir este nuevo ecosistema avanzado de interacción y elevar su visibilidad frente a competidores del tamaño de Amazon o Alibaba, las empresas han de incorporar en sus estrategias de crecimiento objetivos de vinculación con el cliente para trabajar desde aquí un aumento progresivo de sus ventas. Un espacio en el que ganan peso prácticas como la servificación y el hiperservicio.