La empresa, de la mano de instituciones educativas y académicas, tiene por delante un importante reto de cara a nuestro futuro más inmediato en lo que a gestión del talento se refiere. Así lo asegura Enrique Sánchez, Presidente de Adecco, protagonista de la siguiente entrevista.
Comparto la visión de que el trabajo, en su concepción tradicional, tiene que cambiar. De hecho, ya está haciéndolo; cambia, evoluciona y se adapta al contexto económico y social con el que convive. El empleo se crea y se destruye, pero sobre todo se transforma. A diferencia de otras épocas, la cuestión ahora reside en la velocidad a la que los cambios se producen. De cómo gestionemos esta transformación del mundo del empleo dependerá en gran medida el impacto que pueda llegar a tener. La anticipación es y será determinante, y lo es para comprender bien hacia dónde van las necesidades de empresas y trabajadores, y con ello construir las herramientas necesarias para que en los cambios nadie se quede por el camino. Por esta razón es por lo que insistimos siempre y ponemos tanto foco en la mejora de la educación más temprana, en la formación para el empleo y en el aprendizaje permanente. Si esto se hace bien, sin ninguna duda, en el futuro no solo habrá más empleo, sino que habrá mejor empleo.
La irrupción de la tecnología paradójicamente está demandando una serie de habilidades, específicas del trato con las personas, cada vez más importantes: trabajo en equipo, liderazgo, capacidad de comunicación y habilidades sociales, saber trabajar en remoto, vocación por aprender, resilencia y polivalencia, orientación a resultados y a la calidad, capacidad de concentración, espíritu crítico, creatividad… Aunque por encima de todas ellas destacaría la pasión, que además es la condición humana más difícil de automatizar.
La empresa española cuenta con un excelente capital humano y con un talento reconocido internacionalmente. Resulta gratificante ver el grado de penetración de la empresa española en el mundo, nuestro nivel de exportaciones, la espectacular reputación de nuestros directivos en terceros países… pero también es verdad que es fundamental seguir invirtiendo en las personas. Son las que al final sacan los proyectos adelante, y los proyectos de hoy y del futuro requieren ya de un tipo de habilidades, de comportamientos, de formas de trabajar, de conocimientos y de competencias, que empiezan a escasear y que requieren una constante actualización debido fundamentalmente a la irrupción de las nuevas tecnologías.
La globalización, la curva demográfica, las nuevas formas de producción, la diversidad generacional, la tecnología y las distintas maneras de colaboración, están poniendo en evidencia el standart clásico de la relación laboral. Economía colaborativa, plataformas digitales, freelancers, autonómos dependientes, trabajos por encargo, externalización, cadenas de producción global, etc., están cambiando las reglas del juego. Los principios tradicionales se orientan a modelos más colaborativos, menos jerárquicos, más transparentes, más participativos, menos colectivos y más individualizados, mucho más flexibles, y en donde el concepto de la empleabilidad está por encima del de estabilidad.
Sobre el debate de la automatización y su impacto en el mercado de trabajo nosotros tenemos una visión clara. Los entornos (empresas y países) que han promovido la innovación, el uso de la tecnología, de la robótica, de la automatización, etc., al final son los más competitivos. Y lo son porque han podido gestionar mejor su productividad, y junto con ello, han podido no solo no destruir empleo, sino seguir creándolo y haciéndolo en mejores condiciones. De hecho, la automatización de según qué procesos es lo que debe servir para mejorar nuestra propuesta de valor de cara al cliente, mejorar las condiciones de trabajo de los empleados y volver a poner en el centro de las operaciones a las personas, a nuestro capital humano, de manera que junto con la tecnología, pueda aprovechar y maximizar todo su talento profesional y personal.
La tecnología hoy, y sobre todo en un futuro próximo, tiene muchas y distintas versiones y potencialidades. IA, Big Data, robótica, IoT, RRSS, blockchain… Todas ellas, por sí mismas, tienen efectos disruptivos, pero si tuviera que destacar alguna, diría que a medio-largo plazo y en función de cómo evolucione, una IA que desarrolle adecuadamente cierta capacidad cognitiva será algo realmente disruptivo. En todo caso, lo que sí que resultará realmente disruptivo es la convergencia tecnológica, cuando todas estas nuevas herramientas sean capaces de trabajar en un mismo objetivo. Y lo que debe tranquilizar al respecto es saber que siempre, y en todo caso, detrás de todas estas tecnologías habrá personas. Porque no habrá tecnologías disruptivas sin personas disruptivas, y la clave del futuro del empleo pasa por ahí, por la mejor gestión del mejor talento, el talento humano.