Revista APD: Panorama CEO
Éxito y humildad. Son dos cualidades que, aunque raramente se ven unidas en una misma persona, definen a la perfección a Vicente del Bosque. Uno lo intuye cuando ha seguido mínimamente su carrera profesional, pero las sensaciones se confirman con tan solo unos minutos de conversación.
¿Éxito? El que le otorgaron sus numerosas gestas como ex jugador y ex entrenador del Real Madrid, y ex seleccionador nacional. De todas ellas, la que quedará grabada para siempre en nuestra memoria es la que le llevó a conseguir la mayor recompensa que puede obtener un entrenador: la conquista de la Copa del Mundo, y dos años después, de la Eurocopa.
¿Humildad? Porque fue el trabajo en equipo, la confianza mutua y el respeto al pasado -y no él- lo que llevó a la Roja a convertirse en un equipo campeón, y “los jugadores fueron los únicos responsables de ese logro”.
Discreto, amable y ajeno siempre a cualquier tipo de polémica, fue capaz de coger un equipo ganador, pulirlo fiel a su propio estilo y hacerlo aún mejor. Quiera o no, lo que siempre recaerá sobre sus hombros es haber sabido liderar al equipo que consiguió unir a un país entero en un momento de gran crispación.
¿El eje de todo? “Llámale pasión, llámale emoción… Alrededor de eso se genera todo”. A la vista está.
Era un reto complicado, pues teníamos que gestionar una herencia buena después de haber ganado el Europeo de 2008. Lo que hice desde el primer momento fue trasladarle a los jugadores el mensaje de que debían ser muy respetuosos y hablar bien del anterior seleccionador, de Luis, eso era lo más importante. Sabíamos que teníamos que mantener ese estilo y tener una buena relación entre nosotros. Intentamos, principalmente, no borrar ninguna huella del pasado, y eso ellos lo supieron advertir. Lo cierto es que no tuvieron ningún problema, y poco a poco nos fuimos ganando su confianza desde la normalidad, que es de lo que se trataba.
¿Sabes qué pasa? Que cuando nosotros asumimos el mando de la selección, todo el mundo por la calle, incluso mis propios amigos, me decían que era el peor momento para coger el equipo porque veníamos de ganar el Europeo en Viena. Es cierto que el listón estaba muy alto, pero yo les respondía todo lo contrario. Para mí era el mejor momento. Teníamos muy buenos jugadores, un muy buen equipo, una buena disciplina, buenas relaciones personales, un estilo de juego reconocido. Y no me equivoqué, afortunadamente.
Lo peor de todo ha sido tener que dejar a jugadores importantes de la selección fuera de la lista. Existen unos límites, tenemos 23 jugadores… Te doy dos ejemplos. El primero, Raúl, que ya con Luis Aragonés no vino. Y para nosotros también fue muy duro dejar fuera a Marcos Sena, que había sido campeón de Europa en Viena y luego no pudo venir con nosotros al Mundial. Pero hay muchos más… Lo peor de un seleccionador es elegir, sobre todo, cuando hay tanto donde hacerlo. En cada convocatoria siempre teníamos que dejar a algún excelente jugador fuera, y eso nos dolía muchísimo.
Yo prefiero escuchar, comunicarme y observar. Pero esto no es un síntoma de debilidad, sino de gran fortaleza
Posiblemente todo el mundo piense que ser campeón del mundo, pero no me quedo con un momento concreto. Me quedo con toda una trayectoria, con el recorrido de tantos años en el fútbol, que ha sido mi pasión. He sido un privilegiado.
No me parece mal esa definición de un líder emocional, un líder amable. Estamos hablando de un juego, de un vestuario que hay que mantener unido, y para gestionarlo es fundamental ser positivo porque, repito, no deja de ser un juego. No puedes estar enfadado todos los días, no puedes enfrentarte a un vestuario con un comportamiento que no transmita positivismo y confianza. A mí es el estilo que me gusta y cada uno debe mostrarse como es. A algunos entrenadores les puede funcionar un estilo de liderazgo más “autoritario”… Yo prefiero escuchar, comunicarme y observar. Pero esto no es un síntoma de debilidad, sino de gran fortaleza. En la vida, y más en los niveles en los que nos movemos nosotros, hay que ser muy exigente, eso es una obligación.
Durante mi trayectoria en el Real Madrid, el hecho de haber pertenecido a una gran entidad durante 36 años. Fue una época maravillosa. Sobre todo, los 17 años que estuve al cuidado de la cantera, intentando dar el mejor alimento a los chavales que se acercaban a la ciudad deportiva, porque siempre he querido ser un entrenador formativo. Fue una etapa muy feliz de mi vida. Incluso puedo decir que esos 17 años en el Club me sentí casi imprescindible -que ya sabía yo que no lo era-. Me sentí muy útil, y eso es muy importante. Y luego, naturalmente, los 8 años en la Selección Española también fueron muy enriquecedores, por todo lo que supuso.
Estoy muy alejado del mundo de la empresa, pero creo que tienen muchos puntos en común y algunas singularidades. ¿Puntos en común? Un vestuario es como el centro de trabajo de cualquier empresa donde se producen unas relaciones, y cuanto mejor sean esas relaciones, seguramente más cerca estaremos del éxito. Y también tiene singularidades. Por ejemplo, en una empresa trabajan un determinado número de empleados, al mismo nivel o jerarquizados, pero en el fútbol solo juegan 11 los domingos, se quedan 12 o 13 sin jugar, y eso siempre es una preocupación para el entrenador. Pero en las relaciones personales no creo que haya mucha diferencia a la hora de gestionar una empresa y un vestuario. Al final, ¿qué es lo importante en ambos escenarios? Formar parte de un equipo unido, un equipo que comparta la misma filosofía.
Al hablar de equilibrio emocional me refiero a no creerse el ombligo del mundo en la victoria o en los buenos momentos, ni tampoco hundirse en la derrota o en los malos momentos
La pasión es el eje de todo. Llámale pasión, llámale emoción… Alrededor de eso se genera lo demás. Puedes ser una persona estupenda, pero tienes que estar emocionado. Puedes ser una persona con una gran preparación física, pero tienes que estar emocionado. Que además tienes buena técnica, mejor. Yo creo que la emoción es el centro de todo. Sin eso, no hay nada que hacer, ni en la empresa, ni en el fútbol ni en ningún ámbito de la vida. Siempre digo que lo peor en un equipo (y en la vida) son dos o tres apáticos desganados, con poca motivación, con poco estímulo. Casi prefiero dos o tres malos que dos o tres desmotivados.
Estamos viviendo una etapa de incertidumbre. Desde mi punto de vista, en el fútbol español es buenísimo que se esté celebrando la competición, aunque no haya espectadores. Es una pena, casi antinatural, pero afortunadamente se están jugando las competiciones y eso se lo debemos a la Liga de Fútbol Profesional, a la Federación Española de Fútbol y al Consejo Superior de Deportes. Yo creo que hay que valorarlo, hemos tenido que adaptarnos a la situación. En la vida hay veces que toca adaptarse, y eso es lo que nos ha tocado en esta ocasión. Una situación singular que nunca habíamos vivido, que era impensable que viviéramos y que se está tratando de solventar de la mejor manera posible.
Aquel que tenga ese equilibrio emocional, tan necesario desde mi punto de vista, tendrá mucho ganado. Al hablar de equilibrio emocional me refiero a no creerse el ombligo del mundo en la victoria o en los buenos momentos, ni tampoco hundirse en la derrota o en los malos momentos. Tener ese equilibrio emocional es fundamental. Hay que tener claro y asumir que no siempre se gana, que en algunos momentos hay que perder, y tenemos que acostumbrarnos -y acostumbrar sobre todo a los más jóvenes- a admitir la derrota, forma parte del juego. En respuesta a tu pregunta: te caes y no tienes más remedio que levantarte y tener ese equilibrio emocional, en la derrota y en la victoria.
La edad no es ningún mérito, la edad es un estado. Al final lo que hay que hacer es cumplir con tu empresa, al igual que la empresa también tiene que cumplir con el empleado
La edad no es ningún mérito, la edad es un estado. Al final lo que hay que hacer es cumplir con tu empresa, al igual que la empresa también tiene que cumplir con el empleado. Pero sí, el empleado -en este caso el jugador de fútbol-, tiene que ser leal a la empresa y a su entrenador, tanto el joven como el veterano. A lo mejor suena un poco pedante por mi parte, pero yo he estado 36 años en una empresa y he tenido un gran sentimiento de pertenencia, de fidelidad. Es fundamental.
Yo me quedo con la evolución que ha tenido nuestro país en el deporte, que ha sido también un reflejo de la sociedad. Desde siempre hemos destacado por tener deportistas brillantes a nivel individual en golf, en tenis, en muchos otros deportes… Sin embargo ahora, además, sabemos trabajar en equipo, y eso es un síntoma de la mejora, y no sé si de la modernidad de nuestro país.