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Los próximos 8 y 9 de mayo, conoceremos las claves para recalcular las rutas que están afectando a la función de marketing y ventas con la analítica de datos.
Opinión

El impacto del COVID-19 en el mercado laboral

Hasta hace unas semanas, muy pocos sabían en qué consistía un Expediente de Regulación Temporal de Empleo. Solamente los trabajadores del sector automovilístico, que llevan décadas usando esta vía para ajustar su plantilla a la producción, conocían el significado de estas cuatro letras: ERTE. Ahora, según las estimaciones, más de dos millones de trabajadores podrían verse afectados por esta figura de la normativa laboral.

Es la otra curva del coronavirus. La que pone en relieve las consecuencias de un virus que impacta directamente en la salud de la sociedad, pero también en la economía y en el empleo. La paralización de la actividad ha dejado en casa a trabajadores que ven como sus empleos quedan suspendidos de forma temporal, pero también a los consumidores, que limitan sus compras a productos de alimentación y limpieza. Este efecto dominó producido por un virus cuya duración en el tiempo es aún indeterminada, pone en riesgo la supervivencia de grandes y pequeñas empresas, además de los autónomos.

Es imprescindible que todos y cada uno de nosotros adquiramos un compromiso con el que, juntos, salir cuanto antes de esta situación excepcional en que nos encontramos

Los mercados empiezan a desplomarse. Especialmente, los relacionados con el comercio minorista, el turismo o las aerolíneas, unas industrias en las que precisamente ahora, empezaba una de las mejores épocas de contratación. Sin embargo, el coronavirus ensombrece las oportunidades laborales de los próximos meses ante la caída de la demanda de todo tipo de productos y servicios. Cada sector que echa el cierre actúa como una ficha de dominó. El empleo indirecto, como son los proveedores de lavanderías o cafeterías en el caso de los hoteles, se desmoronan, empujando a la siguiente ficha.

Las estimaciones hablan de una caída de hasta el 10% del PIB en 2020, un porcentaje que podría aumentar en caso de que se alargue el confinamiento más allá del 11 de abril. Cifras como esta demuestran que, a diferencia de los que ocurrió en 2008, el centro de gravedad de esta crisis no está en los mercados financieros, sino en la economía real, en las empresas y trabajadores. Por eso, más que nunca, es necesario ayudar a los empleadores a que puedan mantener su actividad y para ello lo primero que debemos hacer es reconocer la entidad del problema, reconocer que la recuperación no será inmediata ni mucho menos, y en función de dicho escenario articular las medidas necesarias para apoyar de forma decidida tanto las empresas como los autónomos de este país.

Sin esas medidas, corremos peligro de que esa recuperación tan ansiada se dilate en el tiempo y tenga unos costes sociales inasumibles que se sumarán a los costes en pérdida de vidas humanas que esta crisis ya nos ha dejado.

Este efecto dominó producido por un virus cuya duración en el tiempo es aún indeterminada, pone en riesgo la supervivencia de grandes y pequeñas empresas, además de los autónomos

Fomentar iniciativas de flexibilidad y apoyo a las empresas que potencien el mantenimiento del empleo, facilitar la colaboración público- privada para resolver los problemas de falta de recursos en industrias clave (estamos viendo grandes dificultades para contratar personal en algunos sectores como el Agrario, comercio online, distribución), reconocer la labor de las empresas que proveen de capital humano a los sectores que lo necesitan, articular mecanismos que permitan aprovechar estos momentos para mejorar la capacitación de las personas que por obligación deben permanecer en sus hogares a través de programas de formación online y definir las medidas para favorecer cuanto antes la recuperación del empleo que necesariamente se destruirá fruto de esta crisis, son algunas de las acciones que  empresas, gobiernos y trabajadores debemos acometer para poder afrontar con garantías esta crisis económica en la que estamos inmersos.

Debemos asumir que la economía que saldrá de esta crisis provocada por el Covid-19 no será la misma que la que entró.  Se trata de una crisis que no está poniendo a flor de piel muchas de las necesidades y tendencias del trabajo del futuro. Valores y habilidades de siempre, pero también nuevas habilidades y modelos de relación, que ahora tenemos que entrenar y poner en práctica lo antes posible. Para conseguirlo, es imprescindible que todos y cada uno de nosotros adquiramos un compromiso con el que, juntos, salir cuanto antes de esta situación excepcional en que nos encontramos. No hay que olvidar que el tejido empresarial, ese al que se está atacando actualmente, es quien soporta en gran medida nuestro estado de bienestar.

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