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Opinión

Liderazgo, ¿qué liderazgo?

Qué buena música hacían en los 70…

Llevamos ya unas semanas confinados en esta etapa de nuestras vidas que sin duda recordaremos.  La tierra, hasta ahora rehén y hoy espectadora, aprovecha para mandar peces a los canales de Venecia, cervatillos mirando fijamente al Puppy del Guggenheim, o delfines entusiasmados saltando cerca de nuestros puertos, mientras observa el maravilloso efecto sanador del confinamiento. ¡¡¡Están locos, estos romanos!!!

¿Y si nos dedicamos un ratito a “parar y observar”? Y nos quitamos la presión de los “cómo te recordaras tú en esta crisis” o, lo que es lo mismo, “¿qué hiciste tú?”

No dejo de leer y de escuchar opiniones, artículos sobre el liderazgo, sobre la necesidad de estar a la altura de las circunstancias, que los verdaderos líderes se ven en las ocasiones difíciles…

No dejo de ver recetas para estar bien, para estar en forma, para alimentarse sano, para meditar.

Pautas para adquirir pautas. Acrónimos por babor y estribor.

Conferenciantes, gurús y benpensantes. ¡Todos intentando ayudar!

Algún despistado desfilando por la pasarela de las buenas acciones y, de paso…, si algo queda para el branding

Voces diciendo que lo verdaderamente importante en las empresas es el propósito. ¡Tarde piache! que dicen en mi tierra.

Donde antes había «la última línea es lo más importante», ahora hay  «somos algo más que el beneficio»… Really George?

Bienvenido, si es realmente genuino.

Y las redes «on fire» con los clásicos, con opiniones que rebotan en la máquina del pinball sin parar, y que alimentan nuestro «no criterio». Videos que nos inspiran, que nos enervan… Y el fitness digital día tras día. ¡Pobres cervicales!

Y que no falte un variado de humor; el fácil, el ingenioso y algo del inteligente de vez en cuando… Gracias.

¡¡¡Ya no se distinguen los olores en esta perfumería!!!

¿Y si hacemos un ratito de parar y observar? ¿Y si nos quitamos la presión de «cómo te recordaras tú en esta crisis» o, lo que es lo mismo, «qué hiciste tú»?

Démonos la oportunidad de vez en cuando, aunque solo sea de vez en cuando, para contestar a esa pregunta diciendo ¡¡¡Nada, no hice nada!!!

Simplemente dejé espacio para que lo que realmente quería suceder, sucediese.

Se abre una pequeña ventana para pensar ¿a dónde quiero ir realmente?

Me di una oportunidad para repensarme, recordarme, redimirme… y desde ahí poder aportar… ¿en otra dirección?  Y desde ahí, quizás, hablar de liderazgo.

Es el efecto paradójico que ocurre cuando entras pasado en una curva… simplemente tienes que soltar el acelerador, no girar el volante…¡Y, voilá! Se produce el milagro, el coche vuelve lentamente a su trayectoria.

Y es cuando se abre una pequeña ventana para pensar: pero… ¿A dónde quiero ir realmente?

Y de paso mirar dentro de nuestro armario fijamente y preguntarse… ¿y todo esto?

Y de paso leer a Epicteto, a Benedetti, o El Viejo que leía novelas de amor… Se nos fue Sepúlveda.

Escuchamos constantemente que nada volverá a ser como antes, que vamos a un mundo nuevo. Eso es una buena noticia, entiendo, porque entonces…

Dejaremos nuestro ego de vez en cuando en el rincón de pensar.

Sonreiremos a un desconocido al cruzarnos con él por la calle.

Dejaremos de mirar para las llaves de casa en los ascensores.

Volveremos a saludar al vecino del edificio de enfrente cuando lo veamos asomarse a las…

Percibiremos ese «te escucho» entre nosotros.

Dejaremos de abrazarnos «con percusión» y nos abrazaremos con la mirada, mientras posamos nuestra mano sobre el pecho. Están locos estos Romanos —Covid dixit.

Nuestros mayores serán más que «algo a gestionar».

Sentiremos gratitud por el simple hecho de estar. Y de respirar. Y de llegar a casa.

Seremos una comunidad con capacidad para mejorar nuestro mundo y alejar el miedo como cobijo.

No llega con grandes líderes. Hace falta que cada uno de nosotros se pregunte cómo puede hacer para que a su alrededor haya ojos que brillen cada día

Trabajaremos de verdad para tener empresas saludables, para que la gente sana pueda buscar y desarrollar su propósito.

¿Qué hay de nuevo, viejo? —preguntaría mi padre a sus 93 años.

Pueeeessss… El teletrabajo, el adelanto de la digitalización 10 años y las nuevas oportunidades que surgirán.

Oportunidades para cambiar nuestra mentalidad y, desde ahí, contribuir mejor, repartir mejor, disfrutar mejor. ¿Construir esa humanidad que nos lleve a la sensación de que todo tiene más sentido?  Es eso, ¿no?

Eh…, sí. Sí, eso.

Creo que todos esos maestros que ahora nos van dejando en silencio cada día en esta crisis, bien se merecen el intentarlo. Quizás algunas de esas almas volverán en otro cuerpo para seguir sanando nuestro planeta.

Todos, hombres y mujeres, los que ahora duermen con miedo y se levantan con angustia acerca de su futuro, los que ven un mundo lleno de posibilidades, los que iniciarán una nueva etapa en sus vidas…

Todos hemos de hacer un esfuerzo colectivo que nos lleve a confiar en la vida.

Si no, en ese mundo nuevo, quizás la tiranía de la «adaptación hedónica» nos volverá a meter en nuestras cajas cuando escampe, parapetados en nuestro dispositivo remoto.

Si no, después de nuestro Covid, cuando lo hayamos olvidado, quizás seguiremos siendo el Covid de nuestra tierra… ya se lo decía el agente Smith a Morpheus hace unos años.

Quizás descubramos la verdadera dimensión del amor y de la libertad y de la consciencia de nuestra naturaleza, claro.

No llega con grandes líderes. Hace falta que, como diría Benjamin Zander, cada uno de nosotros se pregunte cómo puede hacer para que a su alrededor haya ojos que brillen cada día.

Who knows.

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