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Opinión

Maldito virus… ¿Te acabarás algún día?

Con este mantra me levantaba esta mañana y reaccionaba un día más a lo que se publicaba en los medios. Más allá de este abril que, como dice la canción, ya nos ha robado, reflexionaba sobre la cantidad de futuro que también se estaba llevando por delante.

No, ni hablar. No podemos dejar que eso ocurra. Tenemos que sacar nuestros cansados ojos de ver pantallas retroiluminadas a medio metro para mirar por la ventana e imaginar con inteligencia cómo queremos vernos cuando esto termine. ¡Porque se terminará!

Después de semanas de confinamiento y de atender emergencias, ha llegado el momento de prepararnos para la recuperación, para la “vuelta” a la “normalidad”. Y entrecomillo porque ni será vuelta ni será normalidad. Será más bien camino sinuoso en alguna dirección incierta y lleno de nuevos acantilados: una demanda mermada, un tejido productivo desestructurado, un entorno legislativo modificado, una enorme deuda, una sociedad empobrecida…

El maldito virus se terminará algún día ya cercano. ¿Estamos preparados para acelerar la celebración de nuestro nuevo éxito?

Hasta aquí hemos sido capaces de re-organizarnos con mayor o menor éxito para sobrevivir en el cortísimo plazo. En las empresas nos hemos centrado en lo urgente: la seguridad de las personas y en dar continuidad al servicio al cliente. Lo hemos conseguido como hemos podido. Ahora tenemos que pasar de lo urgente e importante a lo importante y urgente: la recuperación y la sostenibilidad en el tiempo.

A corto plazo, tendremos que preparar una vuelta paulatina y paciente a los centros de trabajo, para poder controlar escrupulosamente la posibilidad del rebrote. Muchas empresas ya están preparando sus planes del “día después”, focalizándose en la salud, la reanudación de las operaciones al mayor ritmo y los clientes.

Sin embargo, es también fundamental dedicar nuestra mejor energía a lo que seremos incluso más allá, sacando el mayor partido a las lecciones aprendidas durante la crisis sanitaria: ¿Dónde querremos estar? ¿Quién y cómo querremos ser? ¿Con quién podremos o deberemos contar? ¿Qué nos hará diferentes? ¿Qué será crítico? ¿A qué clientes nos dirigiremos? ¿Cómo compartiremos la recuperación después de haber compartido el sacrificio?

Desde el punto de vista de las personas en particular, las consecuencias serán muy variadas y no sólo desde la perspectiva de la seguridad y la salud. El nuevo escenario nos conducirá a un nuevo planteamiento estratégico que tendrá impacto en la forma en la que organizaremos el trabajo. El movimiento hacia organizaciones “ALF” (Agiles, Líquidas y Flexibles) será imprescindible para poder dar respuestas rápidas a las nuevas situaciones que vamos a tener que afrontar.

Tenemos que pasar de lo urgente e importante a lo importante y urgente: la recuperación y la sostenibilidad en el tiempo

La gestión del talento necesario en nuestras organizaciones se verá modificada por el tipo de competencias que resultarán de utilidad en esta nueva fase, así como por las posiciones que serán críticas para la recuperación del negocio. Será imprescindible, por tanto, hacer un análisis exhaustivo y con un prisma diferente para identificarlas y minimizar el riesgo de perderlas a través de herramientas de gestión potentes como retribución, reconocimiento, desarrollo profesional, autonomía o apoyo con el entorno familiar.

Los directivos y managers van a tener que evolucionar y desarrollar habilidades esenciales para liderar con éxito equipos que funcionarán total o parcialmente en remoto, con una alta orientación a resultados y olvidándose de esquemas tradicionales de presencia, ordeno y mando.

La comunicación abierta, transparente y continua, por múltiples canales y en todas direcciones, será más que nunca el aliño indispensable para que todo vuelva a funcionar con celeridad sin tener que estar cerca del punto de decisión. Comunicar propósito, expectativas y valores será básico para poder ampliar distancias apelando a la responsabilidad individual.

En definitiva, tendremos que acomodar, repensar o simplemente eliminar políticas y procedimientos que se habrán quedado obsoletos y que serán un enorme impedimento para que personas capaces, autónomas, responsables puedan actuar con un propósito común y compartido, de manera coordinada pero con poder, sabiduría y voluntad para hacer lo que tienen que hacer cuando lo tienen que hacer, sin tener que esperar instrucciones precisas.

El maldito virus se terminará algún día ya cercano. ¿Estamos preparados para acelerar la celebración de nuestro nuevo éxito?

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