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Los próximos 8 y 9 de mayo, conoceremos las claves para recalcular las rutas que están afectando a la función de marketing y ventas con la analítica de datos.
Opinión

¿Cambiará nuestra perspectiva hacia la logística urbana después del Covid-19? 

El Covid-19 ha alterado toda forma de concebir la logística urbana en un momento en el que se encontraba en plena expansión. La situación que se ha generado sin duda ha trastocado todos los hábitos de consumo organizado que habían marcado la tendencia en los últimos meses/años. 

Cabe preguntarse si este momento que nos toca vivir en confinamiento va a marcar un antes y un después en la forma de organizar y gestionar las cadenas de suministro y más concretamente, la logística urbana. 

Con el estado de alarma, hemos visto cómo se ha producido un consumo desmesurado de productos alimenticios al inicio, llegando a romper el stock de ciertos productos. Con el paso de los días, el consumo se ha ido estabilizando, la mayor parte de la sociedad ha adquirido una mayor concienciación social responsabilidad frente al contagio, fomentándose el comercio electrónico. Se han alterado así los diferentes eslabones de la cadena de suministro. En concreto, la última milla, que en cuestión de horas ha tenido que dar respuesta a este reto de distribución a domicilio. 

¿Conseguiremos mantener las buenas prácticas aprendidas en estos tiempos de pandemia una vez haya concluido?

Para el B2C, el cierre masivo de puntos de entrega en tiendas y muchas oficinas de correos ha supuesto un aumento mecánico de los puntos de entrega y, por lo tanto, del tiempo y de los recursos de personal necesarios para la entrega. El comercio electrónico ha reemplazado a las tiendas, desorganizando los flujos y afectando a la optimización de los viajes, incrementando los retornos en vacío. Los pedidos se convierten en imprevisibles; por no hablar del repartidor de última milla, con salarios precarios, que ahora adquiere de repente un papel relevante y al que no se le suministra información sobre protocolos ni material de seguridad suficiente ante las circunstancias. 

Sin embargo, no todo son noticias negativas. Ahora las entregas son más “limpias”; las calles de nuestras ciudades gozan de mejor salud medioambiental y los operadores logísticos y empresarios se han organizado para llevar a cabo acciones solidarias dentro de esta crisis. La crisis ha convertido a la logística en una actividad prioritaria, esencial, si es que no lo era ya antes. 

¿Conseguiremos mantener las buenas prácticas aprendidas en estos tiempos de pandemia una vez haya concluido? ¿Seremos capaces de reconocer el trabajo de los repartidores y transportistas esenciales en estos momentos en nuestra sociedad? ¿Podremos llegar a acuerdos y compromisos veraces para poder mitigar de una vez por todas el impacto medioambiental en un futuro no muy lejano? Quizás son éstas algunas de las reflexiones que debiéramos realizar; son lecciones que debemos aprender y poner en marcha después de esta pandemia. 

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