PASANDO A LA ACCIÓN
Los últimos meses han supuesto para muchas organizaciones un momento de replanteamiento de sus estrategias. Aunque la misión y el propósito permanecen, lo cierto es que los efectos de la pandemia han forzado una revisión de la estrategia de digitalización y, en la mayoría de los casos, las empresas han apostado por la aceleración de sus planes de despliegue de tecnología.
Desde Microsoft estamos colaborando con organizaciones de todos los tamaños y en todos los sectores de actividad en procesos de digitalización que presentan una serie de características comunes. En primer lugar, las organizaciones que están teniendo éxito en su transformación han incorporado la digitalización en el eje de su estrategia. O dicho de otra manera, su estrategia es ahora una estrategia de digitalización, no sólo desde una perspectiva tecnológica, sino también -y sobre todo- desde una perspectiva de transformación cultural, organizativa, de estructuras y de hábitos y modelos de trabajo.
En este sentido, la crisis ha puesto en evidencia la diferenciación de las empresas en base a su estrategia de datos. Aquellas que contaban con un plan establecido y que habían construido un modelo de gestión y aprovechamiento de los datos en toda la organización han salido fortalecidas. El elemento diferencial ha sido la capacidad de las empresas para convertir los datos en conocimiento relevante para el negocio, conectando los silos de información que existen en todas las organizaciones y extrayendo conclusiones relevantes gracias al uso de soluciones de business analytics e inteligencia artificial.
Y, todo ello, en un entorno que garantice la seguridad y la privacidad, que proteja a los trabajadores que colaboran de forma remota y que permita detectar posibles ciberataques antes de que penetren en la organización y la hagan vulnerable.
Las organizaciones que están teniendo éxito en su transformación han incorporado la digitalización en el eje de su estrategia
Las empresas de mayor éxito en procesos de transformación digital son aquellas que han tomado decisiones radicales en cuanto a la permanencia de los sistemas legacy. En el nuevo entorno se hace muy complicado -y costoso- mantener lo viejo mientras se desarrolla lo nuevo, por lo que es necesario apostar por proyectos agiles que permitan sustituir aquellas soluciones y sistemas obsoletos que ya no es rentable mantener.
En segundo lugar, las empresas que están obteniendo una ventaja competitiva y liderando sus sectores de actividad gracias a la transformación digital son organizaciones tremendamente ágiles. Los últimos meses nos han enseñado el valor estratégico de la aceleración; muchas organizaciones han sido capaces de desplegar soluciones de trabajo remoto en apenas una semana, dando respuesta a una situación sin precedentes que obligaba a plantear esquemas de trabajo innovadores. La lección aprendida es que los proyectos estratégicos de digitalización no pueden pensarse en un horizonte de dos o tres años, sino que es posible diseñarlos -y ejecutarlos- en tiempos de dos o tres meses para aprovechar las cada vez más reducidas ventanas de oportunidad en los mercados.
Probablemente, lo que más hemos notado estos días es que hemos trabajado de forma distinta y quizás sea este aspecto uno de los que vaya a cambiar definitivamente. No quiere decir que se vaya a implantar solo un modelo de teletrabajo, pero sí que las organizaciones plantearán modelos mucho más ágiles y flexibles, implantando tecnología que les permita colaborar y conectar de manera remota, haciendo posible un smart working. Cuando la innovación tecnológica se une con una cultura digital adecuada, las personas son capaces de trabajar de una manera más inteligente y ágil, impulsando la productividad y la competitividad.
Los proyectos estratégicos de digitalización no pueden pensarse en un horizonte de dos o tres años. Es posible diseñarlos -y ejecutarlos- en tiempos de dos o tres meses
El tercer elemento de éxito en los procesos de transformación es la apuesta por el aprendizaje continuo. Ahora, más que nunca, debemos poner en práctica una cultura de innovación basada en la formación en habilidades digitales que permita extraer todo el potencial de las tecnologías. Una de las claves del futuro pasa por invertir y potenciar las capacidades digitales que diferencien y potencien la competitividad de cada empresa u organización de cualquier sector para continuar avanzando en estos momentos, donde lo digital es esencial.
Pero esto sólo será posible si se produce un cambio cultural en las organizaciones, que promueva la resiliencia y la innovación y apueste por la formación del talento que tienen y por atraer más. Después de todo, el éxito no radica en contar con la mejor tecnología, sino en crear una cultura que permita a las personas ser las mejores y ofrecer todo su potencial para crear sus propias capacidades tecnológicas con las que atender mejor a sus clientes en un modelo de Tech Intensity. La clave está en cómo se usan las nuevas herramientas tecnológicas para obtener una mayor ventaja competitiva; en cómo reaccionar y adaptarse al cambio de manera ágil; en lo abierto que se esté a aprender y al desarrollo de nuevas habilidades.