Con la experiencia que le ha otorgado estar en primera línea de fuego tantos años en política y su formación como Catedrático de Economía, Cristóbal Montoro, exministro de Hacienda, no duda de que lo primero de todo es volver a la ‘casilla de salida’, recuperarnos y continuar con un crecimiento sin desequilibrios. En este sentido, a lo largo de una interesante conversación mantenida con el reputado economista, incide en que no es momento de modificaciones tributarias, que es primordial buscar un escenario económico positivo y que resulta aconsejable utilizar todos los mecanismos de financiación disponibles, más allá de los Fondos Next Generation EU.
A punto de cumplir 71 años, Cristóbal Montoro (Cambil, Jaén, 28 de julio de 1950) aún no sabe explicar qué siente exactamente tras haber pasado 26 años en primera línea de la política española. «Ni mejor ni peor» ni todo lo contrario. En cada palabra del exministro se percibe que se trata de una etapa distinta a la que aún se está haciendo, que no implica una ruptura total con su pasado ni un lamento: «No me he ido de la política en el sentido que a veces se escucha de que ‘estoy mejor sin ella'».
He dedicado una parte muy importante de mi vida a la política y a los Gobiernos, pero llega un punto en el que humanamente dices: “Ya vale”.
De hecho, Montoro se sabe al dedillo el calendario político, hasta el punto de que considera que 2023 -la fecha de finalización del Plan Fiscal actual, clave para la recuperación según el Gobierno de Pedro Sánchez- estará tan influido por las convocatorias electorales que «el debate fiscal va a estar muy condicionado. Tengo mis dudas de ese sea el mejor escenario para participar en un debate racional y sensato sobre fiscalidad». Quizás por eso, prefiere anticiparse y ofrecer su particular diagnóstico sobre el presente y futuro económico de nuestro país justo ahora, en 2021, en pleno proceso de vacunación masiva para dejar atrás la pandemia del coronavirus.
Si examinamos lo que llamamos la casilla de salida de la situación económica, antes de la pandemia, lo que vemos es que la economía española tenía un crecimiento sin desequilibrios: no había una amenaza de inflación, ni mucho menos déficit en la balanza de pagos; al contrario, estábamos en el octavo año de superávit exterior. En ese sentido, estábamos creciendo sobre nuestra propia capacidad de financiación y devolviendo deuda al resto del mundo. Esto significa que estábamos basados en el modelo más competitivo de nuestra historia, gracias a nuestra inversión empresarial en el exterior y a nuestra propia capacidad de exportación. Además, se estaba produciendo una importante creación de empleo desde prácticamente cuando España empezó a crecer por encima del 1% en 2014.
Esa situación es la que se ha interrumpido y la que debemos recuperar tras la crisis de salud pública, especialmente gracias a la vacunación, cuando podamos volver a una situación más normalizada en España y en el mundo. Y eso, en el caso de España y de su economía, equivaldría volver a esa casilla de salida que perdimos como consecuencia de la pandemia. Hay que reconocer que la pandemia provoca una crisis económica, pero no la provoca por razones económicas. Esa es la gran diferencia de la crisis del Covid con las anteriores y, por supuesto, con la de 2008.
Exacto. Lo que nos ha ocurrido es que, dentro del mundo desarrollado, España ha sido junto a Italia el país en el que más ha caído la actividad económica. Sobre todo por nuestra estructura productiva, las pymes, los autónomos; y porque somos un país ligado al turismo y los viajes. En ese sentido, es una cuestión de estructura económica, no de desequilibrios económicos. Eso mismo supone que las consecuencias del Covid sobre las causas de esa estructura económica nos hacen ser optimistas respecto a la capacidad de salir rápidamente de esta crisis.
Hay un dato que es muy relevante. En un año como 2020, en el que ha ocurrido lo que ha ocurrido, el saldo exterior sigue siendo positivo. Eso habla del ahorro del sector privado (familias y empresas), a pesar de haber perdido mucho margen de beneficio empresarial. Pero también quiere decir que, en el momento en que se contrae la base, que es el PIB, el déficit público se va a máximos históricos, pero el total que refleja nuestra posición financiera respecto al resto del mundo sigue siendo positivo. Y eso es la primera vez que ocurre, nunca había pasado. Al contrario: cuando España tenía déficit público, tenía déficit exterior. Esto es algo que tendremos que poner en valor cuando vayamos hacia la recuperación plena. Y tenemos que ser optimistas, esto puede cambiar a finales del año próximo.
El mundo está cambiando, no solo por el Covid. Cambia el papel de las instituciones, la posición del Estado, la colaboración público-privada. Y hemos podido apreciar que eso no ha sucedido igual en todo el mundo: los países en desarrollo no han podido hacer las políticas que se han hecho en el mundo desarrollado. En ese sentido, esto es una cuestión de todos. Esto es una pandemia global y todos somos perjudicados. Y tenemos que pensar en las consecuencias, porque ya veníamos de un mundo en el que se trataba de crear una economía más sostenible, en lucha contra el cambio climático y centrado en cuidar el medio ambiente, así como en plena revolución tecnológica, que ahora habrá que culminar.
Esto lo ha cambiado todo, desde las formas de consumo, de servicios, a los estudios, la preparación de las personas… Y la pandemia lo que ha hecho ha sido acelerar esta situación con cosas como el teletrabajo. Todo esto estaba ya en marcha y lo que ha hecho el Covid es intensificar estos movimientos tan importantes para la sociedad en un futuro inmediato, en el que lo que más preocupa es la desigualdad creciente. El crecimiento no es aceptable si lo que hace es enfatizar en la desigualdad. Todo esto lleva a que, si esa revolución tecnológica y ecológica ya era exigente en una situación pre-Covid, ahora más. Lo que provoca que nuestras instituciones y nuestras políticas tengan que readaptarse. Por suerte, en España hemos llegado lejos porque nos hemos ido adaptando. Por eso, cuando se para el turismo, no tiene unas consecuencias tan catastróficas. Creo que en 2023 será posible la recuperación.
Primero, tenemos que volver a la casilla de salida. Hay que hacer las modificaciones tributarias, las justas. Cuando alcancemos esa casilla de salida, la recuperación, efectivamente, es el momento de abrir otro tipo de planteamientos y de debates. Especialmente, teniendo en cuenta que en el 2023 va a coincidir todo, ya que es un año electoral: de aquí a entonces se habrán celebrado las elecciones andaluzas, en primavera de 2023 tendremos las municipales y autonómicas; será un año muy cargado. En ese sentido, el debate fiscal va a estar muy condicionado. Tengo mis dudas de ese sea el mejor escenario para participar en un debate racional y sensato sobre fiscalidad.
Además, también va a haber planteamientos internacionales sobre fiscalidad. Por ejemplo, con el impuesto de sociedades. ¿Qué va a pasar? Lo veremos en los próximos meses, pero es, sin duda, un elemento de transformación de la fiscalidad que puede condicionar a todo el mundo. España, como país, debe participar en los foros internacionales donde se está dirimiendo esta cuestión, empezando por la propia Comisión Europea o la OCDE. Seguiremos el tema con interés porque la idea, que no habíamos visto hasta ahora con tanta fuerza, es que se cobre el impuesto de sociedades en los territorios fiscales, los países, en los que están operando. Esto puede cambiar incluso la naturaleza del impuesto, tal y como la entendemos ahora.
He estado 26 años en política y todo tiene un límite. Es lógico que lo tenga, por otra parte. Lo que sí puedo aportar es mi experiencia política, aunque sea por otros canales, a la política. No me he ido de la política en el sentido que a veces se escucha de que “estoy mejor sin ella”. Yo no estoy ni mejor ni peor, sino en una situación que se corresponde con una persona que a finales de julio cumple 71 años. He dedicado una parte muy importante de mi vida a la política y a los Gobiernos, pero llega un punto en el que humanamente dices: “Ya vale”. Por eso, hace tiempo que no quiero hacer declaraciones políticas, pero entiendo que la política es determinante en la vida de las personas. No se puede estar razonando sobre la economía y la fiscalidad sin hablar de política. Por ejemplo, no es lo mismo que tengas que corregir el déficit público como objetivo prioritario a que gobiernes sin pensar en ello.
Ahora mismo no los subiría ni los bajaría para nada. Es el momento de que el crecimiento económico que tenemos a las puertas lleve a recuperar las bases imponibles. No es hora de tocar impuestos. Es el peor de los momentos. Lo que hay que buscar es un escenario económico positivo, así como volver a la casilla de salida de la que hablaba. Todo movimiento de impuestos que no sea impulsado internacionalmente no tiene sentido. Hacerlo puede provocar efectos económicos adversos sobre la recuperación. Es muy importante la coordinación entre países para dar confianza a la inversión internacional.
Los fondos europeos representan algo así como la disposición de un presupuesto excepcional por parte de la UE, que por primera vez en la historia obedece a una emisión de deuda mancomunada. Es un avance político del proyecto europeo a nivel global. No debemos entenderlo solo en virtud del efecto directo de los fondos, sino que hay que verlo como algo muy positivo en el marco de la construcción europea. A partir de ahí, los fondos van hacia los países que más hemos sufrido la crisis pero sin duda deberían llegar al lugar donde nuestra estructura económica se ha mostrado más débil, que son las pymes y los autónomos. También deberían ir encaminados al reforzamiento del mercado laboral, donde hemos sufrido tanto desempleo.
En cualquier caso, no va a ser sencillo, porque la gestión de los fondos necesita de proyectos que vayan orientados a todo lo anterior y unas menores emisiones de carbono, a la innovación tecnológica, a la digitalización, a la igualdad de género, a la inclusión de personas con discapacidad. Todo esto es lo que hay que hacer. Debe mejorar la gestión de los fondos actuales, de los que ya disponemos, y de los que vendrán. ¿Van a ayudar? Sí, pero España también debe utilizar todos los mecanismos de financiación a su alcance, como está haciendo Italia para recuperar su economía y modernizar su tejido productivo. Sobre todo, porque ahora mismo tenemos acceso al dinero a un tipo de interés extraordinariamente bajo.
Lo que hemos vivido es una inyección monetaria de los bancos centrales y las entidades financieras de una envergadura desconocida. Eso ha provocado que los mercados y las primas de riesgo no penalizaran la situación de crisis. Y ha funcionado en las principales áreas monetarias afectadas, con organismos como el BCE o la FED. Hay que valorarlo positivamente, ya que ha calmado a los mercados.
Estos debates de la prórroga de los ERTE son muy negativos. Se tendría que haber hecho con mucha más claridad desde el principio… También entiendo que se quiera evitar cualquier situación de abuso y hay que darle tranquilidad y confianza a las personas. Pero lo cierto es que las personas en situación de ERTE siguen siendo cientos de miles y, encima, no están en situación de paro ni tampoco saben cuándo volverán a trabajar. Para llegar a la recuperación, sus empresas deben seguir siendo viables… Y, por eso, no deberíamos entrar en tantos debates públicos sobre cambiar el contenido de los ERTE, para, en última instancia, llegar a una recuperación tangible para todos.