Yendo más allá del canto de sirenas de las TIC y el desarrollo de software. Así ha evolucionado con éxito Siemens España, entendiendo que los problemas del mundo tenían que ser, son y serán siempre el objetivo final de su estrategia. Con honestidad, espíritu innovador y un alto grado de compromiso con el desarrollo social y económico del país, Rosa García, presidenta de la firma, analiza en la presente entrevista las claves que han llevado a su compañía a cumplir 120 años de incesante actividad.
Sin duda alguna, que se encuentra ante un consumidor que posee mayor información y mayor poder que el que ha tenido en ningún momento de la historia gracias a Internet, lo que le permite conocer todos los detalles de la empresa y del producto, y comparar funcionalidad con funcionalidad y precio con precio con cualquier otro producto similar en cualquier parte del mundo. Este cambio de paradigma está forzando a las compañías a segmentar con mayor rotundidad sus stakeholders y a focalizarse en aquellos grupos de clientes para los que sus soluciones y propuestas constituyan la mejor solución posible. Asimismo, en este contexto, innovar más, desarrollar políticas de Recursos Humanos muy diferenciadas y capaces de atraer a los mejores talentos, construir compañías altamente eficientes en lo referente a procesos y operaciones, y transparentes desde el punto de vista de la comunicación, y, sobre todo, ajustadas a las necesidades –económicas y sociales– de sus clientes, son pasos de obligado cumplimiento.
Esta cuestión tiene mucho que ver con lo que en Siemens llamamos el binomio “autonomía-colaboración”. Esto es, darle al empleado muchísima autonomía, muchísima responsabilidad en sus funciones, haciéndole actuar como si fuera el dueño de la compañía, pero al mismo tiempo, exigiéndole la máxima colaboración con el resto de personas que conforman la organización, anteponiendo siempre el bien común del negocio a todo lo demás.
Son modelos eminentemente horizontales, con muchos menos niveles entre la alta dirección y el último colaborador. Modelos que se rigen por la filosofía de una organización centrada en aportar valor al cliente, donde se valora la diversidad y el intentar atraer a los mejores; basados en la excelencia, la innovación y en la aplicación de la tecnología para entender mejor al cliente; y en los que la transparencia es la base de toda actuación.
La marcan varios elementos, entre ellos: contar con una visión a largo plazo, focalizarse en aportar valor al cliente y, fundamentalmente, desarrollar una gran capacidad de reinvención. Siemens llegó a España vendiendo telégrafos, pero cuando este mercado tocó techo, comprendimos que teníamos que hacer autocrítica y todo un ejercicio de reinvención de nuestro modelo de negocio explorando las nuevas necesidades del consumidor en aquellos momentos. Porque si de algo tenemos que ser conscientes siempre es de que no por ser una empresa centenaria vamos a tener garantizados los próximos 100 años de actividad.
Lo cierto es que el mercado día a día se vuelve más competitivo y en el contexto que nos ha tocado vivir cualquier organización, por pequeña que sea, puede desplazarnos fuera del mercado perfectamente en 3 o 4 años.
Siendo muy honestos con la sociedad al igual que con nuestros clientes. El valor diferencial de Siemens como empresa centenaria radica en que siempre ha situado las necesidades de las personas en el centro de nuestro negocio y de su marco de trabajo para así aportar soluciones de ingeniería a los requerimientos reales del ciudadano. De hecho, desde que la compañía comenzara a operar en nuestro país, no ha dejado de contribuir decididamente a su desarrollo social y económico a través de numerosos proyectos de enorme envergadura demostrando así su firme compromiso con la economía nacional. Y hoy, continúa haciéndolo. En estos momentos, por ejemplo, hemos detectado que podemos aportar diversas soluciones innovadoras en base a 5 ámbitos clave:
Afortunadamente, sí. Nuestra comercialización del telégrafo nos ha posibilitado desde nuestros inicios como compañía instalarnos en países como Brasil, China o Rusia hace ya más de 100 años, y conseguir, hasta llegar a nuestros días, tener presencia en 190 países a lo largo y ancho del globo. Y todo ello, además, como empresa de economía real, una “etiqueta” que nos ha posibilitado estar siempre muy cerca del cliente.
Por supuesto, la innovación y la búsqueda de la excelencia, pero también la responsabilidad social, la sostenibilidad, la honestidad y, por encima de todo, el compromiso riguroso con el entorno.
Una característica común a todas las empresas centenarias es que se sienten muy comprometidas con los lugares en los que están presentes y desarrollan su actividad. En nuestro caso, llamó mucho la atención que en los momentos más duros de la crisis fuera cuando Siemens decidiera reabrir en España el Centro de Formación a los Jóvenes. Lo hicimos en ese preciso momento porque entendimos que las crisis no permanecen en los países por siempre. Teníamos claro que si nadie hacía nada para sacar al país de aquella situación, cada vez tendríamos una coyuntura más complicada. Así pues, en vez de retirarnos, apostamos por duplicar nuestro esfuerzo.
Este tipo de actuaciones, responsables y sociales, son las que hacen que las empresas puedan quedarse en un mismo lugar a largo plazo. Y digo “puedan”, porque al fin y al cabo es la sociedad la que lo decide, la que no olvida que en determinadas circunstancias ciertas organizaciones estuvieran aportando su granito de arena. Otras, en cambio, serán “expulsadas” por haber arrasado y explotado su entorno, y obligadas, por el propio cliente, a convertirse en corporaciones socialmente muy responsables.
El 1 de abril de 1895, Siemens desembarcaba en España con la inauguración de sus oficinas en Madrid. Solo un año después, Bilbao se convertía en ciudad pionera al instalar el primer tranvía eléctrico de España de la mano de la compañía, al igual que lo haría en 1905 la Ciudad Condal, mejorando así la movilidad de los barceloneses.
Tras la Guerra Civil, Siemens puso en marcha la escuela de aprendices, uno de los primeros proyectos de formación de la región, y durante el periodo de dictadura ayudó a la reconstrucción de un país en ruinas tras una dura guerra y una etapa de autarquía.
Con la llegada de la democracia, la compañía comienza a abordar grandes proyectos como la construcción de la central térmica de Sant Adrià, la iluminación interior de la Torre Picasso o la instalación de un sistema de telecomunicación en Torre España.
Ya con el comienzo de siglo, la empresa Renfe adjudica en 2001 a Siemens el suministro y mantenimiento integral de una ota de trenes de alta velocidad para la línea Madrid- Barcelona-frontera francesa, y en 2008 la compañía consigue proporcionar la tecnología necesaria para conectar seis hospitales de la Comunidad de Madrid (el llamado “Anillo Radiológico”), así como unir la Península con las Islas Baleares mediante una conexión HVDC.
Entre los hitos más recientes, Siemens ha llevado a cabo la interconexión eléctrica entre la Península y Baleares (Rómulo), la interconexión entre España y Francia a través de los Pirineos (Inelfe), y ha exportado su exitosa tecnología a lugares tan recónditos como La Meca.