«Existe el compromiso de llevar adelante el Pacto de Estado por la Educación en los próximos meses». Así lo espera y así lo transmite Segundo Píriz Durán en la presente entrevista realizada por Alfonso Jiménez, socio director de PeopleMatters, en la que el presidente de Crue Universidades Españolas analiza los retos de la universidad española, así como su necesaria conexión con el mundo empresarial.
Hoy podemos decir que el Pacto de Estado, solicitado por Crue Universidades Españolas a todos los partidos políticos, está fijado en la agenda política y existe un compromiso de llevarlo adelante en los próximos meses. Las universidades hemos recibido con satisfacción este compromiso y esperamos que se lleve a cabo en los plazos fijados. Consideramos que es esencial que entre todos los agentes implicados se alcance un gran acuerdo que surja con vocación de futuro y que dote a las instituciones educativas de estabilidad. Además, Crue Universidades Españolas ha mostrado su voluntad de colaboración para trabajar conjuntamente por un sistema universitario más fuerte, en beneficio de la sociedad.
Más que aprender la una de la otra lo que queremos potenciar desde las universidades es una relación de colaboración plena entre la Universidad y la Empresa. Como mencioné en mi discurso, creo que es necesario que sigamos trabajando en la forma de combinar la formación teórica con la formación práctica en las empresas. Para ello, desde Crue Universidades Españolas, en colaboración con otras entidades, ponemos en marcha distintas iniciativas y convenios con empresas y otras organizaciones empresariales encaminadas a facilitar la inserción laboral de los egresados y su adaptación al tejido productivo.
A través de estas acciones se trabaja por mejorar competencias tales como el trabajo en equipo, la capacidad de trabajar en entornos internacionales, o sus habilidades sociales. También potenciamos el espíritu emprendedor de los estudiantes, apoyando distintos certámenes y premios que apoyan las ideas más innovadoras. Las universidades españolas entienden que la inserción laboral de los universitarios es una cuestión importante a la que deben contribuir junto a los agentes sociales y empresas, impulsando diferentes iniciativas académicas que contribuyan a ello.
Mejorar la empleabilidad de nuestros universitarios es uno de nuestros mayores compromisos y forma parte de nuestra responsabilidad social. El desempleo entre los jóvenes es uno de los principales problemas del país. Según el informe del Barómetro de Empleabilidad y Empleo Universitarios elaborado por Catedra UNESCO, el 80% de los egresados universitarios encuestados considera que su último empleo estaba bastante relacionado o muy relacionado con los estudios que había cursado. Si bien 3 de cada diez se veían sobrecualificados y uno de cada diez infracualificados, a lo largo de los primeros años de trayectoria laboral, tras los estudios, los titulados señalaron que la cualificación tendía a un estado de adecuación. En términos generales, los egresados consideran que la universidad les ofrece las competencias que necesitan para hacerles interesantes desde el punto de vista de lo que demanda el empleador, especialmente en lo relativo a la “capacidad de trabajar en equipo”, “el dominio de las competencias específicas de la titulación”, o “las habilidades de navegación y búsqueda por internet”, entre otros.
Hay que seguir trabajando para mejorar estos datos; para ello, reitero la necesidad de combinar la formación teórica de las universidades con la formación práctica en las empresas y reforzar así las relaciones entre ambas porque, como hemos mencionado, es una cuestión prioritaria para las universidades que trabajemos para poder acercar la realidad de la empresa a nuestros estudiantes y así mejorar su empleabilidad.
Como ya he mencionado, la mejora de la empleabilidad de nuestros egresados es uno de nuestros retos principales, también la transferencia del conocimiento al tejido productivo del país y, como no, el fomento del emprendimiento, pieza clave para la economía del crecimiento. Una mayor internacionalización de nuestra actividad académica es también un reto importante, sobre todo en una economía como la actual, cada vez más abierta y global. Esto supone una colaboración directa al desarrollo internacional de las compañías y a favorecer el empleo en el exterior de los egresados. Nuestra misión principal está enfocada al cambio constante, a la innovación y al desarrollo productivo. Además, me gustaría destacar que las universidades trabajamos día a día para mejorar métodos docentes y planes de estudio, estructuras de investigación, así como las relaciones con la sociedad y los agentes económicos. Tenemos que garantizar la adecuada participación en la Sociedad del Conocimiento, desde la que se debe estructurar un modelo productivo eficiente, competitivo y sostenible a largo plazo.
Los rankings de universidades más reconocidos (ARWU, THE y QS) utilizan indicadores basados en el nivel de producción científica y la notoriedad académica de las instituciones universitarias. Además, el análisis está directamente relacionado con el nivel de gasto e inversión que destinan a I+D+i y con el nivel de desarrollo tecnológico de su entorno productivo, por lo que sitúan en los primeros lugares a las universidades que se encuentran en estos entornos. Por su parte, las universidades españolas ocupan posiciones nada desdeñables, 40 de las 50 universidades públicas españolas y 1 de sus 33 privadas se encuentran entre las 1.000 primeras en el ranking ARWU, contando con que en el mundo hay unas 20.000 universidades. Por tanto, el 80% de nuestro sistema universitario público está situado en el rango del 5% de las mejores del mundo.
Para mejorar las posiciones de nuestras universidades en los puestos de relevancia internacional, necesitamos una apuesta decidida del país por ampliar su esfuerzo en I+D+i, mayor gasto público, pero sobre todo mucho mayor gasto privado. La posición de las universidades en los rankings internacionales son, no solo, pero si en gran medida, un síntoma de la intensidad y la estabilidad del sector de la investigación y la innovación en cada país.
Sin duda, un lugar prioritario. Es necesario fomentar la innovación y la formación a los profesionales para dotarles de más capacidades: económicas, culturales y sociales, y fomentar así el progreso en todas las capas y sectores del tejido productivo del país. En definitiva, la formación continua está relacionada directamente con el progreso empresarial y la competitividad. Por ello, desde las universidades ofrecemos una amplia oferta de formación de postgrado (másteres, cursos especializados, programas de doctorado…) orientada a contribuir al continuo crecimiento profesional.
Como ya transmití en mi intervención en el Observatorio Colón, creo que las empresas deben seguir apostando por el talento. Está en nuestras manos garantizar que nuestro país pueda hacer frente a los retos que se nos plantean en el futuro próximo. Responderemos a estas cuestiones si las empresas apuestan por estrategias que favorezcan el crecimiento de las unidades productivas, pues hemos visto que el tamaño facilita la incorporación del capital humano cualificado. Por nuestra parte, las universidades continuamos ampliando nuestras capacidades formativas y trabajando para preparar mejor a los estudiantes en competencias, entre otras cuestiones.