Una nueva tendencia está irrumpiendo poco a poco en el mundo de la digitalización y la transformación de los modelos de negocio. Hablamos del humanismo tecnológico y su necesario papel como balanza o intersección entre la ética y la innovación tecnológica.
Cada vez son más las voces que promueven la inclusión de disciplinas clásicas e incluso alejadas de las matemáticas o las ciencias en el mundo digital. «Debemos recuperar el humanismo y ponerlo en el centro del debate tecnológico».
Hay un concepto preocupante en todo lo que tiene que ver con la Inteligencia Artificial y la tecnología: la ética
Así lo aseguraba Roberto Rodríguez González, Chief People Officer de BBVA Next Technologies, en una conversación sobre Inteligencia Artificial con José Antonio Pinilla. Y ambos coincidieron. El CEO de Asseco apuntó que, hoy, es fundamental «incorporar nuevos perfiles más allá de los tecnológicos”.
Según el CPO de BBVA Next Technologies, «hay un concepto preocupante en todo lo que tiene que ver con la Inteligencia Artificial y la tecnología: la ética«.
El experto justificaba ese temor en el hecho de que muchas veces ponemos a la tecnología en el centro y tenemos que entenderla como una herramienta que nos lleva al ‘para qué’. ¿Nos planteamos antes el resultado que el objetivo?
«No se trata de tener tecnólogos por tenerlos», advertía: «Hay sectores que a lo mejor no tienen que asumir determinados procesos de transformación, pero parece que están obligados a asumirlos porque sí, por la moda… Muchas veces los medios tratan la Inteligencia Artificial como la panacea y como si por ella pasara la solución a todos los problemas».
En esos casos, recomienda hacerse una pregunta clave: ¿Para qué? Y admite que su respuesta variará bastante según el negocio en el que estemos y la ética qué apliquemos, o, lo que es lo mismo, la entrada en escena del humanismo tecnológico. ¿Qué vamos a hacer con toda la información y con todo lo que generen los algoritmos? ¿Cómo será esa relación entre el humano y la máquina? Rodríguez González plantea ambas cuestiones como punto de partida.
Tenemos que entender la tecnología como una herramienta que nos lleva al ‘para qué’
Antonio Pinilla y Roberto Rodríguez
Antonio Pinilla, Presidente y CEO de Asseco; y Roberto Rodríguez, Chief People Officer de BBVA Next Technologies.
El CEO de Asseco reconocía que algunos clientes les han solicitado implementar Inteligencia Artificial, llevados quizá por esa visión distópica que ofrece esta tecnología. «No nos damos cuenta de muchas veces se refiere a un proceso de optimización que implica que ya se han conseguido automatizar determinados procesos», explicaba Pinilla.
Para Rodríguez González, lo que determina un algoritmo no debería de ser nunca el único factor que ayude a tomar una decisión: «Ni siquiera en la concesión de un crédito», señala.
En este punto de la conversación, Pinilla aprovechó para recordar un proyecto de gemelo digital desarrollado por Asseco con una escudería de Moto GP: «Con todos los datos que conseguimos extraer para la moto, éramos capaces de predecir cuál iba a ser el resultado en la carrera de ese piloto. Pero no es la inteligencia artificial la que determina que se haga algo, sino que nos aporta la información para que se tome después una decisión u otra«.
El algoritmo no puede ser el único factor a tener en cuenta a la hora de tomar una decisión
«Como consumidores, hemos aceptado que Google nos vigile y que a cambio nos ofrezca una serie de servicios, pero, en el ámbito de los Recursos Humanos, no aceptamos esa serie de prácticas y somos más cuidadosos sobre cómo se usa esa información personal», explicaba el Chief People Officer de BBVA. También recordó que el debate sobre nuestra privacidad ha estado siempre presente en momentos de crisis: «Los atentados del 11-S o, más recientemente, la crisis sanitaria del COVID nos plantearon ese dilema de seguridad o privacidad».
Según explicaron, la Inteligencia Artificial también está encontrando aplicaciones prácticas en el ámbito de la gestión de talento. «En este nuevo contexto, las empresas necesitamos lo mejor de cada empleado, que desarrolle su creatividad, conocer sus ilusiones, que despliegue su capacidad para cambiar las cosas… No solo queremos o necesitamos su cabeza, sino también su corazón«, apuntaban.
Los modelos tradicionales de gestión no nos permiten pensar de esa forma. Ahora, los algoritmos nos ayudan a entender cuáles son los parámetros óptimos de configuración de los equipos. «Así, podemos ajustar las expectativas de una persona con la realidad que se va a encontrar en su trabajo», explicaba Rodríguez.
Necesitamos incorporar nuevos perfiles más allá de los tecnológicos, desde sociólogos a antropólogos
Ambos expertos compartieron sus impresiones sobre la actitud que el sector público debe asumir en el uso correcto de estas herramientas. Ejemplo de ello es el ámbito de las Smart Cities.
La Administración Pública tiene que tener una vocación clara de buscar soluciones a problemas de movilidad, de gestión de residuos y tantos otros que a día de hoy no están resolviendo. Es ahí, como señalaron durante la conversación, la Inteligencia Artificial puede aportar mucho y deben ser capaces de generar ese ecosistema de innovación.
En algo en lo que también coincidieron fue en reconocer hasta qué punto la Inteligencia Artificial ya está inmiscuida en nuestras vidas. «Netflix ya decide qué película voy a ver, Spotify ya me dice qué música voy a escuchar… El gran público no es demasiado consciente de ello, pero todo eso ya está siendo decidido por un tercero que no es humano«.
No cabe duda: lo que consumimos está muy inducido por lo que dice un algoritmo. Ahora, «tenemos que desear que esas decisiones que toma sean las óptimas y que estén libres de intereses parciales y particulares», alertaba el CEO de Asseco.
La película que vemos, la música que escuchamos o los productos que consumimos, están muy inducidos por lo que dicen los algoritmos
Roberto Rodríguez ha recordado una conferencia de Tim Berners-Lee (conocido como ‘el padre de Internet’), en la que este hacía una reflexión sobre cómo resolvieron un problema técnico que facilitó la comunicación hasta cotas impensables.
En definitiva, y como resumía el Chief People Officer de BBVA, «sabemos que la parte técnica evolucionará, pero me gustaría pensar que no abandonaremos nuestra parte más humanista«.
