Renovarse o morir. Ésa es la cuestión. O, al menos, debería serlo para cualquier compañía que aspire a competir y a sobrevivir en un mundo global. En pleno siglo XXI, la transformación digital de las empresas no es una opción, se trata de una obligación. Pero abordar ciertos cambios que implican la renovación y el reciclaje de algunas estructuras no siempre es una tarea sencilla y desata -aún hoy- algunos temores.
Ante esta tesitura, ¿cómo se debe afrontar este proceso? Isaac Hernández, country manager Iberia de Google Cloud y uno de los principales ponentes de la jornada ‘La transformación digital comienza en el puesto de trabajo: retos y oportunidades’, que tendrá lugar el 20 de junio en Bilbao, lo tiene claro: “El trabajo más importante a realizar en la transformación digital de una empresa se centra en los directivos más que en el resto de los empleados”. Del convencimiento de los máximos responsables dependerá en buena medida el éxito de una tarea tan compleja como ésta.
Sin embargo, en determinados ámbitos, las tecnologías son vistas más como una amenaza que como una oportunidad. Se trata de una visión equivocada. De hecho, las empresas que son capaces de anticiparse a los cambios, suelen erigirse en líderes en sus respectivos mercados. “Las tecnologías son un elemento fundamental que está dinamizando las empresas, generando nuevos puestos de trabajo y obligándonos a todos a enfocar nuestras carreras. No creo que representen una amenaza”, subraya Hernández.
En España, esta visión está cambiando y lo cierto es que, en los últimos años, las empresas de nuestro país han dado un enorme salto en su transformación digital. Al menos, eso es lo que indica la X Encuesta Mundial sobre el Coeficiente Digital de las Empresas elaborada por PwC. Según este informe, el 56% de los directivos españoles considera que sus compañías han alcanzado un nivel de digitalización alto o muy alto.
Así, mientras que el grado de transformación digital mundial desciende del 67% al 52%, España mejora 11 puntos con respecto al informe de 2015. Estas cifras nos colocan al nivel de otros países de nuestro entorno, pero encierran una tremenda paradoja: España mejora más que el resto porque ha iniciado su proceso de digitalización más tarde.
El informe de PwC también constata que el Internet de las Cosas, la robotización y la inteligencia artificial son las innovaciones que los directivos españoles consideran más importantes de cara a los próximos años. De hecho, el 58% de las compañías españolas ya está destinando buena parte de sus inversiones a la inteligencia artificial. Tal y como señala Hernández, se trata de una verdadera revolución en las empresas. “Funciones y labores que nunca imaginamos que podrían llegar a automatizarse serán desempeñadas por máquinas en un futuro muy cercano”, advierte.
Las máquinas han aprendido ya a escucharnos, a reconocer imágenes, a tomar decisiones utilizando cantidades ingentes de datos, a predecir resultados e incluso comportamientos. Este hecho trae aparejada otra realidad para el country manager de Google: “Claramente, necesitamos profesionales más preparados digitalmente”.
¿Cómo conseguirlo? La receta para abordar semejante reto no es única ni universal. Lo que sí está claro es que, como en todo proceso de transformación interno, conviene tener muy claros los objetivos y contar con el máximo respaldo. “Resulta muy importante definir una visión clara de lo que se quiere conseguir, contar con el apoyo y el liderazgo del máximo nivel, comunicar e involucrar a toda la organización y concretar cuáles deben ser esos primeros éxitos que generan confianza y tracción en el proyecto”, apunta Hernández. A partir de aquí, la transformación digital sólo puede ser una palanca de cambio hacia nuevos y prometedores horizontes. Porque la inacción, casi siempre, suele pagarse muy cara.