APD A MENOS DE UN METRO DE TI
La pandemia provocada por el Covid-19 supone un desafío sin precedentes para la gestión sanitaria, política, económica, financiera y empresarial.
Este fenómeno sistémico nos obliga a todas las compañías a reflexionar sobre nuestros modelos de negocio a futuro. Además de los efectos de corto plazo, que todos estamos constatando, empezamos a observar ya que se van configurando algunas consecuencias perdurables para los próximos años.
La globalización de los flujos de capitales, de mercancías y turísticos va a ser menor y diferente con respecto al pasado reciente, con un previsible rebalanceo además en el peso específico de los principales bloques a nivel mundial.
Los consumidores están adquiriendo hábitos de información, interacción y contratación digital y telefónica con las empresas que equivalen a lo que esperábamos que tuviera lugar a lo largo de una década
Los países van a llevar a cabo una revisión profunda de sus políticas industriales, singularmente en ramas fabriles estratégicas, que traerá consigo cambios significativos en las cadenas globales de producción y aprovisionamientos.
En apenas un par de meses, los consumidores están adquiriendo hábitos de información, interacción y contratación digital y telefónica con las empresas que equivalen a lo que esperábamos que tuviera lugar a lo largo de una década. Esta transformación está siendo especialmente relevante en personas mayores que hasta el momento no estaban muy familiarizadas con las nuevas tecnologías.
En las empresas, la prevención y protección de los empleados se convierte en un ámbito más prioritario que nunca. Además, las limitaciones a la movilidad y a la concentración de plantillas han generalizado el teletrabajo en la mayoría de las empresas de servicios y también en las áreas no productivas de las industriales y logísticas.
Conviene que las compañías seamos capaces de ir adaptando nuestras estructuras, operaciones, circuitos, formas y canales de trabajo y de relación con los clientes a la “nueva normalidad”
En la práctica y en una situación muy compleja, se está demostrando que una organización más flexible y distribuida de los equipos es perfectamente compatible con el cumplimiento de objetivos, la agilidad y la calidad.
En definitiva, manteniendo por supuesto la atención a la gestión del complicado día a día en estas circunstancias, conviene que, en paralelo, las compañías seamos capaces de ir adaptando nuestras estructuras, operaciones, circuitos, formas y canales de trabajo y de relación con los clientes a estos rasgos de la “nueva normalidad”. No en vano, estas tendencias que ahora empiezan a “despuntar”, permanecerán incluso una vez que hayamos superado la pandemia.