Nos encontramos en un momento de transformación, de cambio y de gran incertidumbre. En este contexto resulta esencial fomentar la capacidad de adaptarse y recuperarse ante las adversidades. Si lo enfocamos al mundo laboral, la resiliencia en el trabajo se ha convertido en un atributo fundamental. No solo implica superar obstáculos, sino también aprender a partir de las diferentes experiencias.
Cabe destacar que, la gestión corporativa, implica muchos desafíos y obstáculos difíciles de detectar en un primer momento por lo que resulta fundamental entrenar esta cualidad. A continuación se explorarán las razones por las cuales la resiliencia es crucial en el trabajo.
La resiliencia en el trabajo es importante por diversas razones, ya que contribuye de manera significativa al bienestar de los empleados y al éxito de las organizaciones. En los últimos años, esta palabra ha marcado las decisiones estratégicas de las empresas. Un informe de la consultora Gartner publicado a comienzos de este año explicaba que: “en 2023, el 40% de las organizaciones tendrían problemas para garantizar la coherencia y la estabilidad en sus operaciones”.
Quiere decir que, en un entorno de incertidumbre no es tan complicado crear nuevos modelos de negocio, sino hacer que perduren en el tiempo. Aquí es donde juega un importante papel la resiliencia en el trabajo. Para poder asumir estos nuevos modelos y conseguir resultados positivos, no solo a nivel económico sino también para los trabajadores, la resiliencia (entendida como la suma de resistencia y flexibilidad) se ha convertido en una de las cualidades más demandadas por parte de los departamentos de RRHH. Poner en marcha programas de bienestar laboral contribuye al éxito de las organizaciones. Pero, ¿cuáles son algunas razones clave de la importancia de la resiliencia en el trabajo?
La resiliencia permite a los empleados enfrentar situaciones estresantes sin que su salud física y mental se vea gravemente afectada. Tienen la capacidad de relativizar y afrontar las adversidades de una forma más positiva, buscando soluciones rápidas que puedan ayudar a resolver las posibles incidencias. Esta actitud reduce las situaciones estresantes y el agotamiento producido por las mismas.
Además la capacidad de lidiar con el estrés de manera efectiva mejora la toma de decisiones y la calidad del trabajo.
La resiliencia les da a los empleados la capacidad de adaptarse a situaciones cambiantes, como reorganizaciones, nuevas tecnologías y condiciones económicas variables. Aquellas personas que consigan integrarla serán capaces de mantener una mentalidad abierta y ver el cambio como una oportunidad para crecer y aprender, en lugar de como una amenaza.
Si las organizaciones son capaces de inculcar estos valores en los trabajadores, conseguirán ser más ágiles y competitivas, en un entorno en constante evolución.
Según lo comentado y explicado, conseguir relativizar las incidencias en el trabajo no afectará tanto a la salud física y mental, lo que reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con el estrés. Los empleados resistentes experimentan menos síntomas de agotamiento y una mayor satisfacción en el trabajo, lo que promueve un entorno laboral más saludable y positivo. La resiliencia contribuye a una mayor autoeficacia y autoestima, lo que se traduce en una mejor calidad de vida en general.
Poner en práctica una actitud resiliente hará que los empleados sean más efectivos a la hora de resolver problemas y tomar decisiones, lo que lleva a una mayor productividad. Estas personas tienen mayor capacidad para mantenerse enfocados en sus tareas y objetivos, a pesar de las distracciones. Son trabajadores persistentes y con determinación, lo que lleva a un mejor desempeño en el trabajo y a alcanzar metas laborales de manera más consistente.
En un entorno laboral cada vez más dinámico y desafiante, la promoción de la resiliencia entre los empleados es un pilar fundamental para el éxito sostenible de las organizaciones. Al fomentar habilidades resilientes, las empresas no solo fortalecen la capacidad de sus equipos para enfrentar contratiempos, sino que también cultivan ambientes laborales más saludables, empáticos y colaborativos.
Poner en marcha programas y prácticas para trabajar la resiliencia potencia la capacidad de adaptación individual y construye organizaciones más preparadas para innovar, crecer y prosperar. Solo aquellas que sepan adaptarse y posicionar a sus trabajadores conseguirán crear entornos laborales productivos y atractivos para los empleados.