La tecnología está introduciendo transformaciones muy intensas y veloces en nuestro día a día como trabajadores, consumidores y ciudadanos. Los hábitos de información, compra e interacción han experimentado una variación de una magnitud sin precedentes durante los últimos años.
Estamos rompiendo con todos los paradigmas establecidos durante décadas en el entorno político, financiero y empresarial. Y esta es una tendencia imparable de la que no puede escapar ningún sector, ninguna empresa. Estamos obligados a revisar nuestros procesos en todas las áreas: en la producción, en la distribución, en los aprovisionamientos, en la publicidad y la comunicación, en la selección y fidelización del talento, etc. Lo que nos ha funcionado durante años, es muy probable que no funcione ya mañana.
Este contexto genera múltiples incertidumbres, sobre todo para las compañías que ya operamos desde hace muchos años en los diferentes mercados. ¿Cómo podemos adecuar nuestras estructuras, carteras de productos y servicios, canales de información y comercialización, a estas nuevas coordenadas?
La respuesta -el concepto, más que la ejecución- es sencilla: respondiendo a lo que demanda en la actualidad el cliente. Este es el centro del asunto, a pesar de la magnitud de los cambios que estamos viviendo. La viabilidad y rentabilidad de una empresa dependerá siempre de su capacidad para ofrecer soluciones a sus clientes que cumplan sus necesidades y expectativas… e incluso, si es posible, que las superen.
Como las necesidades y expectativas serán dinámicas, lo importante no es dar con la «varita mágica» del producto o servicio una vez, sino desarrollar una capacidad de adaptación continua para responder a lo que el cliente requiera en cada momento.
Estamos, entonces, ante un complejo marco de profundos cambios que trae consigo grandes retos, pero también muchas oportunidades. Y en este sentido, la tecnología desempeña un papel destacado como fuente de oportunidades.
Nunca en la historia se ha dispuesto de tanta información para la toma de decisiones, ni se ha podido conocer con tanta precisión el comportamiento y la opinión de los clientes. Tampoco nunca antes ha sido posible impulsar el crecimiento de compañías tan rápido como ahora o aprovechar, en tanta medida, el talento de los profesionales a partir de su participación e implicación en los proyectos corporativos, así como tampoco conectar y colaborar tanto entre distintas empresas… incluso aunque sean competidoras.
Estamos ante un complejo marco de profundos cambios que trae consigo grandes retos, pero también muchas oportunidades. Y la tecnología desempeña un papel destacado como fuente de oportunidades
Para aprovechar todas estas oportunidades, hay que estar muy atento a lo que ocurre a nuestro alrededor y observar con atención la evolución del mercado, en sentido amplio, porque las barreras que diferencian sectores y países se difuminan con la tecnología y la globalización.
En definitiva, la tecnologÌa nos expone a un nuevo paradigma que se presenta con unas posibilidades impensables años atrás y que nos obliga a evolucionar y agilizar nuestros esquemas de trabajo, para avanzar en una sociedad y una economía en constante cambio.