En todas las crisis surgen oportunidades y en todas se producen aprendizajes. Así, por ejemplo, en la crisis anterior, las empresas españolas aprendieron a ser más eficientes y a internacionalizarse. La crisis ayudó a salir a hacer negocios en otros mercados y gracias a eso muchas empresas sobrevivieron. La internacionalización de las empresas de nuestro país tiene un antes y un después tras la crisis que nos empujó a coger las maletas hacia otros mercados.
Esta crisis nos dejará mayor flexibilidad en la manera en que trabajamos
Hoy es pronto para predecir qué nos va a dejar la crisis del coronavirus, pero seguro que nos deja más flexibilidad en la manera en que trabajamos. Flexibilidad de tiempo y, sobre todo, de espacio. Antes había ciertas reticencias, que muchas veces escondían desconfianza, al teletrabajo. Esta crisis ha impuesto el teletrabajo a muchas actividades, lo que va a permitir que muchos directivos lo entiendan como una clara oportunidad.
Una oportunidad de ahorro de costes de espacio físico, una oportunidad de ahorro de tiempos de desplazamiento, de mayores oportunidades de conciliación y de concentrar el trabajo en lo que más valor aporta.
Para ello, se necesitan una cultura de confianza en la que lo importante no será el “presencialismo” sino el valor aportado por cada profesional, así como disponer de unas tecnologías que lo hagan posible, manteniendo la productividad de los profesionales y los equipos.
Estoy seguro de que, tras este periodo obligado de cuarentena y de teletrabajo de muchos, habremos visto que es posible trabajar sin estar físicamente en un centro de trabajo determinado y se consolidará no como una práctica curiosa que solo aplican algunas empresas que quieren ser “cool”, sino que se incorporará como una nueva manera de aportar valor, al menos en muchos puestos del conocimiento y una parte de los de servicio.
