«El directivo, como el maestro, ha de saber dar valor a las personas que tiene cerca y hacerles sentir importantes». Referente en el ámbito de la educación, César Bona es uno de los 50 mejores maestros del mundo según el Global TeacherPrize, el llamado Premio Nobel de los Profesores. Su labor le ha hecho también merecedor de dos premios del Ministerio de Educación por estimular la creatividad de los alumnos, que junto con el optimismo y la curiosidad, son las claves de su metodología. Ha publicado La nueva educación y Las escuelas que cambian el mundo.
Más que calificarle, os diré cómo me gustaría que fuera. Para comenzar, que supiera ponerse en el lugar de sus empleados; también, que supiera escuchar –sin duda una cualidad que deben poseer los maestros–; y, fundamentalmente, aunque en algunos casos entiendo que es complicado, que conociera las inquietudes de todas y cada una de las personas que conforman su compañía. Para ello, el directivo ha de ser una persona tremendamente empática y un profesional consciente de que todo aquello que decida va a influir no solo en sí mismo, sino también en los profesionales que tiene alrededor.
Es curioso, porque no soy un profesor que suela poner deberes a mis alumnos; sin embargo, le aconsejaría que reflexionase acerca de cómo puede mejorar el entorno en el que desarrolla su función y en el que viven los profesionales que le rodean. Fundamentalmente, sería una invitación a la introspección que, al fin y al cabo, nos ayuda a enriquecernos como personas.
Su papel no solo consiste en tener conciencia de cuál es su misión como líder de una organización, sino en crear conciencia de que somos seres sociales y de que, sea cual sea la empresa en la que esté, las acciones que lleve a cabo van a tener una repercusión y, en muchos casos, por fortuna, la posibilidad de mejorar el mundo en el que vivimos. En mi opinión, una cosa está relacionada con la otra: el crecer como persona y como empresario puede estar perfectamente ligado a hacer crecer la sociedad y el medio en el que vives.
Únicamente he puesto un solo ejemplo de ello al inicio de la entrevista, pero lo cierto es que muchos de los aspectos inherentes al directivo lo son también al maestro… y en realidad, a cualquiera que se relacione e interactúe con los demás. Servimos de inspiración a las personas que tenemos cerca, y viceversa. Contestando a vuestra pregunta más directamente, veo fundamental en ambas profesiones el hecho
de saber dar valor a las personas que tenemos cerca y hacerles sentir importantes. Tanto es así, que es precisamente la filosofía que utilizo con mis alumnos de primaria.
Igualmente, esta cuestión es aplicable a todos los ámbitos de la vida; da igual que seas directivo o empleado, maestro o alumno. Todos, por lo general, estamos acostumbrados a buscar una única respuesta, pero eso tiene que cambiar. Hemos de entender que hay más de una alternativa para una misma cuestión, y debemos esforzarnos por encontrarlas.
Por supuesto, y en especial del líder porque es quien se va a encargar de guiar a otras personas. Además, el directivo debe tener buen humor, contar con la capacidad suficiente como para invitar a su equipo a superarse cada día y querer conocer en todo momento su opinión. Por otro lado, veo imprescindible salirse de la inercia y tomar perspectiva para analizar las cosas, para ver qué es lo que estamos haciendo y hacia dónde nos dirige.