En un contexto marcado por nuevas exigencias regulatorias y la transición hacia modelos circulares, ACERTA -entidad de certificación independiente con más de 20 años de experiencia- se posiciona como un referente en transparencia y confianza en el ámbito de la certificación. Matías Romero, CEO de la compañía, analiza los retos y oportunidades que afrontan las empresas y explica cómo iniciativas como CONFICERT están redefiniendo el valor de los sellos de calidad en España y a nivel internacional.
Llevamos más de dos décadas acompañando a las empresas en la gestión del cambio, y puedo afirmar que nos encontramos ante el momento más exigente y transformador que ha vivido el sector. La sostenibilidad ya no es una declaración de intenciones: es una obligación respaldada por leyes, directivas europeas y una demanda creciente de transparencia y rigor. En este contexto, las certificaciones juegan un papel decisivo. Son la garantía de que los compromisos se traducen en resultados medibles, verificables y fiables. No se trata solo de cumplir la ley, sino de generar confianza ante clientes, inversores y administraciones.
En ACERTA tenemos claro nuestro propósito: ayudar a generar confianza y acompañar a las organizaciones para que sus compromisos sostenibles se conviertan en ventajas competitivas reales. Por ello impulsamos iniciativas que refuercen la transparencia en el sector, como CONFICERT, una asociación sin ánimo de lucro que promueve certificaciones B2C a nivel internacional, enfocadas en la transparencia y en la fiabilidad.
La taxonomía europea ha establecido un lenguaje común para definir qué actividades económicas pueden considerarse realmente sostenibles, y el principio DNSH (Do No Significant Harm) se ha convertido en una condición imprescindible para acceder a financiación, especialmente la vinculada a fondos europeos. Cada vez más, este principio se extiende también a convocatorias nacionales, aunque no estén financiadas directamente con fondos que provengan de la Unión Europea.
El reto principal es que muchas organizaciones aún no son plenamente conscientes de que sin evidencias técnicas claras y verificables, que demuestren que su proyecto no causa un perjuicio significativo al medioambiente, corren el riesgo real de quedarse fuera de las ayudas. No basta con tener buenas intenciones: hay que demostrar el cumplimiento de criterios ambientales concretos. En ACERTA aportamos una solución rigurosa y práctica a este desafío. Estamos acreditados para evaluar el cumplimiento del principio DNSH, y lo hacemos adaptándonos a las particularidades de cada convocatoria, cada sector y cada tipo de proyecto. Nuestro enfoque combina conocimiento técnico, independencia y experiencia, lo que nos permite facilitar el acceso a financiación sostenible y reforzar la credibilidad de los proyectos frente a administraciones, entidades financieras e inversores.
Desde mi experiencia, puedo afirmar que las certificaciones, especialmente las dirigidas a informar al consumidor, se han convertido ya en una ventaja competitiva real. Cada vez más sectores –alimentación, envases, papel y madera, moda, distribución– exigen evidencias verificables de los atributos de calidad que los diferencian dentro de sus cadenas de valor. Quien puede demostrar con datos su compromiso con la calidad, la sostenibilidad y la circularidad, no solo cumple, sino que gana cuota de mercado, reputación y confianza, y si se hace con transparencia el efecto se multiplica. Ejemplos como Food Waste Saver –que certifica el cumplimiento de la Ley de Prevención del Desperdicio Alimentario–, Good Farm Plus o VEG Wine, son referentes en esta nueva generación de certificaciones, con sistemas de trazabilidad integrados, que garantizan total transparencia
La transición hacia modelos circulares ya no es una opción: es una condición de viabilidad futura. Y sectores como el textil, la moda o los plásticos lo están experimentando de forma directa, enfrentándose a una presión normativa creciente y a expectativas cada vez más exigentes por parte del mercado. En este contexto, la certificación rigurosa se convierte en una herramienta estratégica. Permite no solo demostrar cumplimiento, sino evidenciar impacto positivo, acceder a financiación verde y ganar competitividad en mercados que priorizan la sostenibilidad. Un ejemplo claro son los PERTE de Economía Circular, específicamente diseñados para sectores como textil y plásticos, que ya exigen el cumplimiento del principio DNSH como requisito para acceder a las ayudas. Todo indica que este enfoque se intensificará, impulsando desde la administración una inversión cada vez mayor en circularidad.
Desde ACERTA estamos respondiendo a este reto también con innovación. Estamos desarrollando servicios de Certificados de Ahorro Energético (CAE), que permiten a las empresas monetizar los ahorros derivados de medidas implantadas de eficiencia energética. Es una herramienta con gran potencial para estos sectores, que les ayudará a financiar su transición hacia modelos más sostenibles y eficientes.
Food Waste Saver es la primera certificación en España diseñada específicamente para dar respuesta a la Ley de Prevención de Pérdidas y Desperdicio Alimentario recientemente aprobada. Pero no se queda ahí: va más allá del cumplimiento legal y se convierte en una herramienta para mejorar procesos, reducir costes operativos y generar confianza real en consumidores y cadenas de valor. Su enfoque es internacional, porque el desperdicio alimentario es un reto global. Esta certificación se ha concebido desde el inicio con criterios de máxima transparencia y trazabilidad, incorporando un sello digital que garantiza la verificación de todo el proceso, de principio a fin. La acogida está siendo muy positiva, especialmente entre aquellas empresas que no solo quieren cumplir con la ley, sino liderar el cambio hacia una producción más eficiente, ética y sostenible. Food Waste Saver permite convertir una obligación normativa en una ventaja competitiva, alineando sostenibilidad, reputación y eficiencia operativa.
Los riesgos son claros y crecientes: pérdida de acceso a financiación, sanciones regulatorias, desventaja competitiva y, sobre todo, deterioro de la confianza y la reputación ante sus stakeholders. La sostenibilidad ya no es un diferencial: es un criterio central de decisión empresarial. Quien no se adapta, pierde relevancia. En este sentido, vemos que esta brecha entre empresas alineadas con la transición y aquellas que no avanzan se ampliará en los próximos años. Por eso trabajamos para transformar los requisitos normativos en palancas de oportunidad, con soluciones que aportan trazabilidad, credibilidad y valor estratégico. Este será uno de los ejes del próximo encuentro de CONFICERT, donde abordaremos cómo la certificación rigurosa y la transparencia son esenciales para garantizar la competitividad y la resiliencia empresarial en un mercado cada vez más exigente.