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La importancia del emprendimiento social en España

Desde hace algunos años, en el tejido empresarial español han empezado a colarse ciertos tipos de actividad emprendedora que, además de ser iniciativas que apuestan por generar valor en la sociedad, son formas de negocio que pueden dar beneficios. En este sentido, ha cobrado una especial relevancia la importancia del emprendimiento social en España.

Junto a la figura de los emprendedores tradicionales –aquellos empresarios que crean un negocio con una metodología que busca el lucro como meta primordial– convive la del emprendimiento social. Este término supone la puesta en marcha de una empresa en la que el objetivo principal no es la ganancia económica personal o colectiva, sino la creación de un beneficio para el conjunto de la sociedad.

Esta fórmula no debe confundirse con los trabajos que se realizan desde las ONG, ya que los emprendedores sociales, aunque con su actividad también fomentan la formación de personas con discapacidad o la inclusión social de colectivos en riesgo de exclusión, sí adquieren beneficios igual que lo hace un empresario al uso. ¿La principal diferencia? Con el emprendimiento social se reduce el impacto social, se favorece la economía local vinculada con la actividad y se tiene en cuenta el desarrollo sostenible del proyecto.

España es uno de los países en los que menos desarrolladas están las inversiones de impacto, con un volumen estimado de 87 millones de euros

En rasgos generales, el plan de actuación del emprendimiento social es muy similar al de las empresas tradicionales. En ambos casos se ha de buscar financiación para soportar la carga económica del proyecto, se debe determinar una línea definida de cómo será el proceso de producción y –si procede– logística, y conviene prestar atención a la estrategia de marketing que acompañará la idea hasta el hogar de los consumidores. La diferencia llega cuando se decide que, junto a la búsqueda de beneficios, también se pretende un beneficio para la sociedad.

Lo que busca el cliente más allá del producto

El emprendimiento social parece haber dejado atrás las campañas de marketing tradicionales en las que se mostraban al cliente las enormes ventajas de adquirir o contratar tal o cual producto. Ahora las empresas tienen en cuenta los valores que persiguen sus usuarios e intentan asociarlos a la marca para dotarla de ese plus que las diferenciará de la competencia.

En un momento en que la sostenibilidad se abre paso a marchas forzadas en la sociedad, cada vez son más los que quieren que los productos que compran hayan sido fabricados de manera responsable con el medioambiente. Tampoco faltan los que buscan en sus marcas de referencia el apoyo a fines sociales o a colectivos en riesgo de exclusión. Por eso, los empresarios que han apostado por un modelo de emprendimiento social cada vez tienen más adeptos y sus ideas de negocio están conquistando el mercado.

Según el último ‘Informe Forética 2015 sobre el estado de la Responsabilidad Social Empresarial en España’, la mitad de los consumidores de nuestro país realiza sus compras teniendo en cuenta criterios éticos. Así, Forética –asociación de empresas y profesionales de la responsabilidad social empresarial/sostenibilidad líder en España y Latinoamérica– pone sobre la mesa la enorme importancia que están adquiriendo las actividades de emprendimiento social en nuestro país.

“La importancia otorgada a la RSE por parte de los ciudadanos aumenta sensiblemente, calificándose por 3 de cada 4 encuestados  como  un  asunto  prioritario”, se lee en el estudio anteriormente citado, que continúa: “El comportamiento responsable de la empresa ante la sociedad y el medioambiente se configura como un elemento prioritario en la gestión de su negocio”.

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¿Es difícil emprender socialmente en España?

En rasgos generales, las personas que quieran dedicarse al emprendimiento social en España se van a encontrar con cuatro ‘enemigos’ a los que deberán hacer frente.

  1. Acceso a la financiación:

    Lo más habitual en los casos de emprendimiento social es el recurso a los fondos propios para financiar el proyecto. Este hecho motiva que, en ocasiones, la inversión inicial no sea lo suficientemente amplia como para arrancar la iniciativa con todas las necesidades cubiertas y termine en fracaso disolviendo la empresa.

    También puede darse la casuística de que el emprendedor social recurra a fuentes de financiación como el crowdfounding, la fuente de subvención externa más habitual. Como las ideas de emprendimiento social no buscan el rédito económico como fin principal, es más difícil que los bancos privados apuesten por ellas.

  2. La problemática de la plantilla:

    La mayoría de proyectos de emprendimiento social encuentran dificultades a la hora de contratar empleados que se muestren fieles a la idea y asuman que, en ocasiones, los beneficios económicos tardarán en llegar.

    La ausencia de recursos financieros que se ha tratado en el punto anterior, hace que los emprendedores paguen un salario a sus trabajadores por debajo de los ofrecidos en las empresas comerciales, algo que no todo el mundo está dispuesto a aceptar.  Es frecuente que en el emprendimiento social trabajen personas del colectivo al que se pretende ayudar.

  3. La sombra del desconocimiento:

    La falta de conocimiento sobre el emprendimiento social hace que sea visto por los inversores privados como poco estable. Por ahora, el sistema educativo español no ha contemplado en sus planes de estudios una metodología específica sobre esta nueva forma de emprendimiento que otorgue las habilidades suficientes como para ponerla en marcha con los mínimos riesgos.

  4. Ausencia de un marco jurídico específico:

    Al igual que ocurre en el sector educativo, tampoco en el legislativo se ha prestado demasiada atención al emprendimiento social. La falta de normativas al respecto contribuye a que sea visto como un proyecto inestable y poco fiable.

Las cifras de emprendimiento social en España

Para Manuel Lencero, cofundador y CEO de la Fundación UnLtd Spain, el emprendimiento social “es necesario para nuestra sociedad y nuestra economía”. Sin embargo, parece que aún queda mucho por hacer. Tal y como recuerda este experto, según datos publicados por Global Sustainable Investment Alliance (GSIA), España es “uno de los países en los que menos desarrolladas están las inversiones de impacto, con un volumen estimado de 87 millones de euros”.

La importancia otorgada a la RSE por parte de los ciudadanos aumenta sensiblemente, calificándose por 3 de cada 4 encuestados como un asunto prioritario

Las tasas de emprendimiento global no siguen una tendencia uniforme, sino que son bastante dispares en función del país donde se estudien. Según el informe Global Entrepreneurship Monitor 2014, España es el país de Europa con menor tasa de Actividad Emprendedora Social: un 0,51% frente al 4,25% o 2,71% de registrado en Islandia y Finlandia, respectivamente.

Realizando el mismo análisis por Comunidades Autónomas en España, en el GEM 2014 se pone de relieve que Baleares y Madrid son las regiones con mayor porcentaje de población adulta involucrada en actividades de emprendimiento social con un 1% y un 0,95 %, respectivamente. Por el contrario, La Rioja, Ceuta y Melilla se encuentran a la cola por  volumen de emprendedores sociales en la etapa temprana, al no haberse registrado ningún caso en la muestra de estudio. “El resto de Comunidades Autónomas se mueven en porcentajes de entre el 0,20 y el 0,80% de la población adulta” puede leerse.

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