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Cómo hacer que una startup pase de ser una amenaza para tu empresa a convertirse en tu aliada

El fenómeno de las startups está empezando a cambiar el mundo empresarial, tal y como se conocía hasta la fecha. La robustez de una empresa centenaria ya no basta para conseguir el éxito y buena parte de las compañías que hoy dominan el mundo nacieron en la era digital, como Facebook o Google. Toca renovarse o morir, ya que las necesidades son cada vez más tecnológicas y cualquier negocio que quiera sobrevivir debe adaptarse. Por eso, las startups suponen una amenaza real para cualquier empresa consolidada y, al mismo tiempo, una fuente en la que inspirarse para no quedarse en el camino.

El talento en las startups españolas

La transformación en el transporte en las grandes ciudades del mundo es algo que no hubiese sido posible sin empresas como Cabify. En competencia directa con Uber, la startup española supo adecuarse aún más al entorno y se adelantó a su rival al introducir en Madrid la primera flota de vehículos eléctricos e invirtió seis millones de euros en 2016 para implantar su servicio más económico en Barcelona. A día de hoy, Cabify ya está presente en casi 40 ciudades de España y América Latina.

Otra de las startups más fuertes es, sin duda, Wallapop. El canal de venta de artículos de segunda mano convenció en sus inicios a inversores tan potentes como Accel Partners -detrás de Facebook, Dropbox o Spotify- y ya ha superado a cualquier otra plataforma de compraventa en España. Ni siquiera Segundamano, renombrada como Vibbo, ha conseguido hacer frente a un fenómeno casi imparable y que se basa no sólo en una aplicación funcional y fácil, sino también en una estrategia de comunicación muy agresiva con un tono marcadamente millenial que engancha rápidamente a los nativos digitales.

Al talento y creatividad de sus negocios, se une que cada vez instituciones, organizaciones e incluso grandes corporaciones, han decidido apostar por estas jóvenes empresas

Un target que también tiene Glovo. La startup de reparto a domicilio ha revolucionado el sector de la paquetería y ya trabaja en ocho ciudades entre España, Francia e Italia, en una expansión internacional que no parece tener límites. Y, menos conocida que las anteriores, Verse es un proyecto que trata de desbancar nada menos que a PayPal. A través de una sencilla app, el usuario puede pagar en multitud de comercios y cuenta con un futuro prometedor en el sector.

También existen otras startups nacionales que ya empiezan a ser una realidad. Por ejemplo, Hawkers, la marca de gafas de sol por internet, planea abrir este mismo año tiendas físicas, mientras que Heygo, la app colaborativa para buscar y ofrecer servicios a través de la geolocalización, se está planteando abrirse a nuevos mercados. Por su parte, Waynabox trata de innovar en el sector turístico ofreciendo escapadas a destinos sorpresa por un precio cerrado. Ya está presente en España, Francia y Portugal.

Ellas crecen, pero no por arte de magia. De hecho, al talento y creatividad de sus negocios, se une que cada vez instituciones, organizaciones e incluso grandes corporaciones, han decidido apostar por estas jóvenes empresas. Y no solo dotándolas de ayudas económicas sino convirtiéndose en el soporte experimentado que necesitan. Un ejemplo de ello a nivel nacional es el programa de aceleración corporativa FI BOOSt desarrollado por F. Iniciativas. Con el objetivo de ayudar a las startups tecnológicas a crecer y posicionarse en un mercado cada vez más competitivo en apenas cuatro meses.

¿Debería tu empresa temer a una startup?

Evidentemente, cuanto más alejada esté tu empresa de proporcionar servicios tecnológicos o digitales, más peligro existe. Sin embargo, en este caso, una startup no se convierte en competencia directa, sino que puede ser una buena guía para el inevitable proceso de transformación digital de cualquier compañía. En cambio, cuando se trata de un proyecto que rivalice con tu sector, sí debes preocuparte. Y, en ambos casos, aprender. Actualizarse es la mejor manera de que los avances tecnológicos no nos pillen fuera de juego y podamos reaccionar a tiempo. Pero, para eso, primero hay que entender exactamente qué es una startup y qué tipo de relación podemos establecer con ella.

Una startup es un proyecto con base tecnológica que buscar innovar, romper con los modelos tradicionales de negocio. Su potencial de crecimiento es casi ilimitado, aunque requiere de mayores riesgos que una pequeña empresa dedicada a sectores más tradicionales. Quienes montan una startup lo hacen porque creen firmemente que existe una demanda no satisfecha por nadie y casi siempre en un entorno digital -o que requiera de un avance tecnológico inexistente hasta la fecha-. Así, no suelen contar con un fuerte capital inicial y tratan de convencer a inversores ajenos para que financien el proyecto.

Están compuestas por un equipo de pocos miembros. No suelen ser más de cinco personas con perfiles muy especializados, en contraste con las empresas tradicionales, que suelen medirse por su número de empleados y su volumen de negocio. Además, su finalidad no es dominar un sector entero, sino centrarse en una idea, un concepto revolucionario que afecte a un área de demanda muy específica. Por eso, son proveedores de productos o servicios únicos; no tratan de abarcar más allá de lo que pueden.

Su finalidad no es dominar un sector entero, sino centrarse en una idea, un concepto revolucionario que afecte a un área de demanda muy específica.

El problema para las grandes empresas llega cuando las startups trabajan en algún sector tradicional. Actualmente, estamos asistiendo a una transformación sin precedentes en ámbitos como el comercio o el transporte: el pago y cobro electrónicos, los servicios de entrega de productos contratados a través de internet o el auge del transporte compartido están cambiando las reglas del juego. Y lo único que pueden hacer las empresas asentadas ante sus nuevos rivales es adaptarse y acelerar su proceso de digitalización.

En resumen, siempre existe el peligro de que un avance tecnológico modifique las fuerzas de un sector determinado. Sin embargo, es posible transformar la amenaza en un incentivo para renovarse: evaluando las ideas y estrategias que puedan aplicarse en un futuro, anticipándose y desarrollando un departamento propio de I+D o, incluso, trabajando con startups para que sean proveedores de servicios en lugar de rivales de mercado.

Cómo hacer que una startup pase de ser una amenaza para tu empresa a convertirse en tu aliada

Aprendiendo de una startup

Aunque tu empresa no se dedique al ámbito tecnológico o digital, siempre puede ser una buena idea desarrollar proyectos de innovación que ayuden a mejorar procesos, recortar gastos innecesarios o adquirir una ventaja importante respecto a tus competidores en el sector. Y el mejor modo es aprender de las estrategias que utilizan hoy en día las startups.

Una empresa tradicional debería olvidarse -o no prestar tanta atención- al beneficio a corto o medio plazo si quiere seguir presente en el mercado. El desarrollo de innovaciones en el sector puede darle ese valor añadido que la sitúe en cabeza. Para ello, hay que contar con mentes con talento que sean capaces de detectar las necesidades tecnológicas que se avecinan: por ejemplo, si una empresa de taxis no es capaz de integrar un sistema de solicitudes para que el cliente pueda solicitar con pocos clicks un coche, no podrá competir con las empresas emergentes del sector.

El ejemplo expuesto, además, es perfecto para explicar otra de las cosas que se pueden aprender de una startup: crear algo básico y que pueda generalizarse al máximo. Las conductas del usuario tipo que está fuera de casa incluyen un buen número de horas utilizando su teléfono móvil. Una vez detectado el canal apropiado, se crea una aplicación con una usabilidad óptima -pocos clicks para lograr el objetivo- y que pueda ser descargada por un target potencial ilimitado. Este es el tipo de ideas que pueden determinar el futuro de una empresa. Y cambiar radicalmente un sector concreto.

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