Asumí la responsabilidad de Gullón a comienzos de los 80. Fue un momento difícil pues tuve que hacerlo por la inesperada pérdida de mi marido, José Manuel Gullón, hasta ese momento director y alma de la compañía. Tomar las riendas fue todo un reto, pues suponía asumir el liderazgo de una empresa centenaria que daba trabajo a decenas de familias en Aguilar de Campoo. Sin embargo, había tenido la gran suerte de conocer la empresa con José Manuel, con el que hablaba cada día de los pormenores de la empresa, de su situación económica, los nuevos proyectos, las acciones comerciales… así que nada era realmente nuevo para mí.
En un primer momento tomé varias medidas que contribuyeron a la transformación de la compañía: formamos un equipo directivo profesionalizado, mantuve la política de no repartir dividendos y apostamos por reinvertir los beneficios en la modernización de las instalaciones y en la investigación de nuevos productos.
Fueron años muy duros. En el 86 afrontamos nuestro primer gran desafío: la incorporación de España al Mercado Común, que supuso la llegada de una enorme competencia que transformó un mercado dominado hasta entonces por las galleteras familiares. Vimos desaparecer a muchas de esas empresas y conseguimos mantenernos y diferenciarnos.
Si lo logramos fue gracias al “descubrimiento” de un nicho de mercado al que nadie se había acercado hasta entonces: la galleta-salud. Nuestro primer gran logro fue lanzar al mercado la primera galleta integral de España. Decidimos utilizar el grano de trigo entero, con la piel y la vaina, y producir la galleta con harina no re nada. Pronto recibimos el respaldo del mercado que supo ver en estos productos una oportunidad para cuidar la salud y mejorar la calidad de vida.
En pocos años se extendió el consumo y los institutos de estudios de mercado reconocieron esta nueva realidad, creando un segmento de galletas que denominaron “galletas saludables” y que hoy lideramos en España y por la que somos reconocidos en todo el mundo. Fueron años muy intensos en los que sentamos las bases del crecimiento que íbamos a desarrollar en los 90 y en las décadas siguientes. Lanzamos la primera galleta sin azúcar y la primera galleta sin sal. Más tarde vendrían las galletas con fibra soluble, insoluble, las bajas en grasa, sin gluten, sin alérgenos, con aceites alto oleico y un largo etcétera, pero siempre con un denominador común: eran galletas saludables y diferentes a lo que el mercado tradicional ofrecía.
Adelantarnos al cambio de ciclo que se iba a producir en una sociedad cada vez más interesada por la salud fue lo que propició que una pequeña empresa familiar como la nuestra resistiese el empuje de las grandes multinacionales y consiguiera mantener la compañía en manos de la familia fundadora. Pero no se vive del pasado. Hoy seguimos haciendo frente a nuevos desafíos. Nuestros mercados ya no son los mismos que hace tres décadas, como tampoco lo son nuestros competidores. Hoy competimos globalmente y contra grandes multinacionales. Y además España nos ofrece ahora un mercado plano débil para los próximos años por la pérdida de población y de poder adquisitivo. En este contexto, nuestro futuro pasa inexorablemente por la internacionalización.
Por suerte, gracias a tres décadas de intenso trabajo, hoy estamos mejor preparados para hacer frente a los nuevos desafíos que cuando llegué a Gullón en los 80. Ahora estamos situados entre las principales galleteras de Europa, con una facturación superior a 300 M€ en 2015. La capacidad y flexibilidad en la producción y los años de experiencia y trabajo en el desarrollo de productos basados en la investigación, nos permiten satisfacer las demandas de nuestros clientes y adaptarnos a sus necesidades. Todo ello nos coloca en una posición privilegiada para afrontar el futuro.
Con los ojos de hoy, resulta difícil creer que aquella pequeña empresa que disponía de una nave de 5.000 m2, sin automatizar y con un reducido catálogo de galletas tradicionales, se haya convertido, tres décadas después, en la empresa de galletas más grande de España. Nuestra última gran apuesta de Gullón se llama VIDA. En ella hemos invertido hasta ahora 85 M€. Ya tiene en marcha tres líneas de producción que se triplicarán a corto plazo. VIDA nos afianza como una empresa referente de nuestro sector.