En un mercado laboral en constante cambio, el plan de formación de una empresa es una herramienta imprescindible para actualizar y mejorar las aptitudes de los empleados. Según un estudio de El Futuro Real del Trabajo (Gallup, 2018), el 71 % de los trabajadores considera necesaria la capacitación de personal para mejorar sus capacidades.
En cambio, los datos recogidos por FUNDAE (Fundación Estatal para la Formación del Empleo) muestran que en España solo el 21 % de las compañías apuestan por los planes formativos. Pero, ¿qué son y cómo elaborar los planes de formación para empleados?
El objetivo del plan de formación debe ser fomentar la innovación y el reciclaje de sus empleados, lo que permitirá a las compañías mejorar su productividad y destacar ante la competencia. En definitiva, potenciar el capital humano de la empresa. Estos son algunos de los beneficios que tiene diseñar un buen programa de formación empresarial:
Así pues, diseñar los programas de formación de forma correcta permitirá desarrollar más habilidades y competencias laborales. Estos son algunos de los procesos imprescindibles para conseguir la máxima eficacia:
El primer paso antes de plantear el plan de formación de una empresa es diagnosticar la situación empresarial, y a partir de ahí definir las necesidades formativas de los empleados. Se deben identificar las aptitudes que resulten más útiles para la compañía y que permitan ganar en productividad y competitividad.
En este paso inicial es vital detectar las debilidades y las fortalezas de los equipos, para así aprovechar al máximo las oportunidades. Tener bien definido en qué aspectos pueden crecer los empleados será clave para determinar qué cursos de formación son necesarios.
Hay que tener claro qué se quiere conseguir con la formación, qué capacidades se quieren trabajar con cada equipo. Obviamente, los objetivos del plan de formación deben ir vinculados a los objetivos generales de la empresa, y por eso hay que conocer al detalle las capacidades existentes y potenciar las que vayan a aportar más beneficios a la compañía en el medio y largo plazo.
Por eso, hay que elegir el público objetivo de las formaciones y delimitar los profesionales que puedan aprovechar el contenido de los cursos y aplicarlo al día a día de su jornada laboral.
Una vez definidos los objetivos del plan de formación y las personas a las que se va a formar, se debe elegir el contenido exacto que permitirá conseguir los resultados deseados.
Del mismo modo, se deben definir las acciones formativas, el tipo de formación, las dinámicas, el temario o el formato (clases online, outdoor training, casos prácticos, etc.). Estos son algunos aspectos a tener en cuenta en el momento de establecer el formato y contenidos del curso:
Lo primero que debemos decidir es si optamos por formadores internos o externos, en función de los contenidos que se quieran ofrecer y los métodos que se sigan. En caso de optar por formadores externos, hay que valorar la especialización del proveedor y el nivel de las personas que se encargarán de la formación.
Es muy importante, una vez establecidos los plazos, horarios y fechas de las formaciones, definir un buen sistema de evaluación que permita medir y obtener feedback por parte de los trabajadores para mejorar los próximos planes de formación.
De esta forma, evaluando las acciones formativas, se podrá medir el grado de adecuación entre los objetivos y los resultados. En esta fase del proceso se deben utilizar indicadores cuantitativos y cualitativos para conocer la satisfacción de los trabajadores, comparando los mismos KPI que se identificaron en el momento de establecer los objetivos. En definitiva, medir el ROI de la formación.
Una vez se ha diseñado todo el plan de formación de la empresa, establecido los objetivos, público al que irá dirigido, formadores y metodología, ya se puede hacer una estimación del presupuesto que habrá que invertir en las diferentes acciones. Una vez establecido y aprobado el presupuesto, ya se puede dar a conocer el plan de formación a la empresa, para que se pueda organizar de forma correcta el tiempo.
En definitiva, en el momento de estructurar las formaciones de los trabajadores, hay que tener muy bien definidos los objetivos que se quieren conseguir y los medios que se usarán para alcanzarlos. Y siempre teniendo muy claro que un buen plan de formación puede ser una herramienta clave para seguir siendo competitivos y aumentar la productividad, a la vez que se mejoran y actualizan las aptitudes de los empleados.