En plena pandemia global, la salud mental se ha convertido en un aspecto que preocupa cada vez más. Por eso, la figura del psicólogo de empresa gana más peso que nunca en las organizaciones. No es de extrañar, pues tres de cada cuatro españoles ya padecen el síndrome de burnout, o estrés laboral crónico, según un reciente estudio de Cigna.
Además, la avalancha de casos relacionados con el estrés laboral ha provocado que los cauces sanitarios tradicionales -centros de salud y consultas- se hayan visto desbordados en los últimos meses. De ahí que el psicólogo de empresa sea un método de prevención muy efectivo ante potenciales bajas laborales.
Pero no solo el estrés preocupa a los trabajadores. La depresión o la mala gestión emocional tras episodios vitales dolorosos también suponen un problema creciente, tal y como advierten organismos como la OMS. Especialmente debido a la complicada situación sanitaria y económica que atraviesa nuestro país. Por todo ello, hay cada vez más compañías que consideran que es necesario contar con un psicólogo de empresa en el departamento de RR. HH.
Sin embargo, uno de los problemas más comunes es el intrusismo laboral: para cubrir esta necesidad, muchas compañías recurren a supuestos ‘expertos’ que simplemente han dado un curso de un fin de semana de coaching.
En este sentido, se trata de una figura más necesaria que nunca, ya que el psicólogo de empresa puede abarcar distintas áreas en las que los empleados y directivos puedan sentirse estancados. De hecho, podemos enumerar varias ventajas evidentes:
Contar con una persona dentro de la empresa capaz de detectar y atajar desde su origen casos de estrés o depresión puede ser vital. No solo porque actúa como muro de contención, sino porque puede utilizar mecanismos como cuestionarios o un buzón de sugerencias para mejorar el clima laboral.
Hace tiempo que tener un currículum vitae impoluto dejó de ser imprescindible para encontrar un nuevo empleo. Ahora, las habilidades blandas de los candidatos tienen tanto peso como las duras. De ahí el papel crucial de un psicólogo de empresa en la detección, capacitación y retención del talento.
En esta línea, su labor también resulta fundamental para la consecución de los objetivos a largo plazo de la empresa. ¿Cómo? Principalmente, a través del desarrollo del capital humano. La capacitación y evolución de cada trabajador es una de las mayores preocupaciones en las organizaciones: primero, porque permite moldear el talento y alinearlo con la visión de la empresa; segundo, porque evita la fuga de ese talento, lo que permite ahorrar costes.
Evidentemente, entre las tareas más fundamentales de un psicólogo de empresa también se encuentra la prevención de riesgos laborales. Es decir, que trabaja a dos velocidades en el bienestar general de los empleados. Por un lado, debe ser el asistente principal de un trabajador y su salud mental. Por otro, participa activamente en el desarrollo de políticas preventivas, precisamente para evitar que se produzca el problema.
Desde un punto de vista más cercano al coaching, el psicólogo de empresa también puede ser un gran activo para la empresa. Es un perfil experto en comunicación, persuasión y liderazgo, por lo que su labor didáctica resulta fundamental para directivos y líderes en general.
En esta línea, el psicólogo de empresa puede dar apoyo al departamento de Marketing de cualquier empresa. Sus conocimientos en habilidades interpersonales y toma de decisiones le sitúan como un actor a tener en cuenta a la hora de diseñar campañas o establecer el tono de las mismas.
Por todas estas razones, el psicólogo de empresa se ha convertido en un rol clave dentro de las organizaciones de hoy en día. Sus funciones van más allá del concepto clásico del experto en salud mental y encajan a la perfección en las empresas modernas, ágiles y transversales.
En este sentido, el seguimiento, desarrollo y evolución de la plantilla es tan importante para el psicólogo de empresa de hoy como la comprensión holística de la visión estratégica de la empresa. Y, precisamente por eso, puede ser un activo capital en pleno proceso de transformación digital de nuestra sociedad.