APD A MENOS DE UN METRO DE TI
Resulta ocioso destacar la importancia del liderazgo en cualquier ámbito o circunstancia de la sociedad, o resaltar que su trascendencia es directamente proporcional con respecto a la complejidad o dificultad de una situación.
La generación a la que pertenezco hemos tenido que lidiar ya con varias crisis –de carácter económico o de otro cariz- de excepcional virulencia; algunas de alcance local y otras de alcance nacional o mundial, con lo que la experiencia de gestión de crisis adquirida con los años nos ha servido de enseñanza para el “oficio”. Todo ello añadido, desde luego, a situaciones críticas que hayan surgido inevitablemente en la vida personal o en el círculo profesional más cercano en que nos desenvolvemos.
¡Y creíamos los humanos que ya dominábamos el mundo!
Pero ahora ha llegado algo que ciertamente no esperábamos, algo que solo habíamos presenciado en películas de ciencia-ficción: una pandemia que afecta a todo el planeta, de evolución impredecible y que obliga a permanecer confinada a la población en sus casas por tiempo indefinido.
En el caso de cierre de empresas no solo la causa puede ser la previsión de contagios sino también por la suspensión forzosa de los sistemas de producción a causa de las rupturas en la cadena de suministros que se había conformado en el tablero mundial (y que no es preciso detallar). ¡Y creíamos los humanos que ya dominábamos el mundo!
En crisis precedentes el énfasis se ponía en el liderazgo político como motor para superar el proceso. Pero esta situación nos ha cogido con el pie cambiado y con un nuevo factor, como es que el protagonismo del liderazgo va a corresponder más a la sociedad civil que a los gobiernos (aún que no minusvaloremos el papel político, lógicamente).
Junto a la profesionalidad y experiencia de cada uno habrá que añadir los valores de disciplina, ejemplaridad y solidaridad que la sociedad demanda
Y digo a la sociedad civil porque, para superar esta crisis, es a los individuos a los que nos va a corresponder ejercer un liderazgo responsable y acorde a una situación desconocida y extrema. Del empresario y del directivo cabe esperar la gran responsabilidad de combinar sus obligaciones profesionales (que van a requerir una gran dedicación y creatividad) con las familiares (un confinamiento de muchos días en familia hay que saber gestionarlo también). Y todo ello en un escenario de graves limitaciones a la movilidad impuestas por la situación de alarma.
Se han formulado muchas teorías del caos. Pues bien, es hora de su aplicación: hay que gestionar el caos. Y junto a la profesionalidad y experiencia de cada uno habrá que añadir los valores de disciplina, ejemplaridad y solidaridad que la sociedad demanda.
Y de todo ello, como siempre, nacerán nuevas teorías, porque el mundo cambiará y la globalización, la economía y la empresa serán diferentes. Y el mundo seguirá su curso… Como siempre.