Uno de los grandes retos de la transición ecológica que España pretende acometer en los próximos años pasa por la adopción progresiva de energías renovables y la consecuente menor dependencia de combustibles fósiles. Los vehículos eléctricos son una de las principales apuestas en este sentido, con una presencia cada vez mayor en el mercado no sólo de particulares: los coches eléctricos para empresas suponen un negocio creciente que, además, ofrece una serie de ventajas para las compañías, que van desde una mayor eficiencia a un menor gasto.
En la actualidad, hay más de 12.000 usuarios de vehículos eléctricos en nuestro país, según los datos que maneja la AUVE -Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos-, y, en el primer trimestre de 2018, se ha triplicado el volumen de ventas respecto al mismo período de 2017. Y, aunque no existen registros sobre el porcentaje de ellos que pertenecen a entidades privadas, la perspectiva es que los coches de empresa terminen siendo la mayoría: en algunas grandes corporaciones como Endesa, el 10% de su flota ya utiliza energía eléctrica.
Uno de los grandes incentivos que existen actualmente es el Plan VEA -el heredero del Plan MOVEA de 2017-, que entrará en vigor a partir de julio y que incluye ayudas de hasta 5.500 euros para adquirir nuevos vehículos eléctricos. En total, 16,6 millones para fomentar la transición al transporte limpio, una cantidad de la que se pueden beneficiar las empresas que lo deseen.
Además, en materia de impuestos también existen importantes ventajas fiscales que hacen muy atractiva para las empresas la opción de adquirir vehículos eléctricos para su flota. Tanto los coches híbridos, como eléctricos y los impulsados por combustibles hidrógenos, GLP o gas natural están exentos del pago del impuesto sobre la matriculación. Sólo los gasolina y diésel con emisiones de dióxido de carbono por encima de los 120 gramos por kilómetro están obligados a pagar este impuesto con cantidades que oscilan entre 4,5% del precio franco de fábrica y el 14,75% sobre el mismo.
La perspectiva es que los coches de empresa terminen siendo la mayoría: en algunas grandes corporaciones como Endesa, el 10% de su flota ya utiliza energía eléctrica
En este sentido, el ahorro que suponen los vehículos eléctricos respecto a los gasolina y diésel -que aún representan más del 94% del mercado actual- es, de entrada, considerable desde la misma matriculación: por ejemplo, un coche con un precio franco de fábrica de 20.000 euros que emite entre 160 y 200 gramos de dióxido de carbono por kilómetro -el rango medio, por el que se abona un 9,75% en concepto de matriculación- sería aproximadamente 1.950 euros más caro que un eléctrico con el mismo precio.
Además, los coches eléctricos, junto a los impulsados por combustibles hidrógenos, GLP o gas natural, permiten una deducción del 30% del IRPF , un porcentaje que se reduce al 15% en los gasolina y diésel que emitan menos de 120 gramos de dióxido de carbono por kilómetro -quedando sin derecho a deducción los que superen este límite-, así como a entre el 20% y 30% en los híbridos -en función de su consumo-.
Por otra parte, los vehículos eléctricos también tienen una bonificación del 75% sobre el impuesto de tracción mecánica, que en cambio todos los gasolina y diésel, sin excepción, deben pagar íntegramente. Por ejemplo, en Madrid este impuesto oscila entre los 20 y los 224 euros anuales -en función de los caballos fiscales del vehículo-, de los cuales los coches eléctricos pueden evitar pagar tres cuartas partes de la tasa.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es que tanto los coches híbridos, como eléctricos y los impulsados por combustibles hidrógenos, GLP o gas natural, pueden estacionar gratuitamente en las zonas SER u ORA de las mayoría de las ciudades españolas que regulan el estacionamiento de vehículos. Aunque cada ayuntamiento decide los beneficios específicos que otorga, lo más habitual es que los coches catalogados con la pegatina azul de la DGT pueden estacionar sin pagar y sin límite de tiempo. Algo que, si el vehículo de empresa consumiese diésel o gasolina no sería posible, aunque sí existen bonificaciones por el nivel de consumo en algunos casos.
Por último, otra de las grandes ventajas de los vehículos eléctricos es que pueden circular libremente por zonas o vías restringidas habitualmente al tráfico. Por ejemplo, por las áreas APR -de Alta Prioridad Residencial- de las grandes urbes o los carriles VAO -reservados a los Vehículos con Alta Ocupación, es decir, con dos o más ocupantes-.
Pero, a pesar de todas estas ventajas, el principal problema de los coches eléctricos es el alto precio que mantienen en la actualidad, que los hace en muchos casos poco atractivos para el consumidor: en función del modelo, son entre 5.000 y 13.000 euros más caros, aunque existen opciones más económicas que no incluyen la batería, sino que la alquilan. Así, como ocurriera con los primeros diésel en los años 90, este sobreprecio es amortizable con el ahorro en combustible.
Según el informe de RACE sobre la situación del coche eléctrico, en el mercado de turismos en España el coche eléctrico sólo representó en 2017 el 0,32% de las ventas del total, algo que dista mucho de la media europea, del 1,7%, según datos del Observatorio Europeo de Energías Alternativas, y a años luz de Noruega, el país con mayor mercado de eléctricos en la actualidad, con un 20,82% del total.
La UE aprobó en mayo de 2018 un plan de I+D con más de 450 millones de euros para fomentar la implementación de este tipo de vehículos en la eurozona
Y es que, al margen del precio, la escasa autonomía que ofrecen los vehículos eléctricos en la actualidad -con opciones entre los 100 y los 300 kilómetros por batería- es otro de los principales escollos a la hora de realizar una inversión de este tipo. Sin embargo, las empresas que apuestan por los eléctricos ya empiezan a vislumbrar mejoras significativas en materia de eficiencia energética, con baterías cada vez más duraderas y con un menor gasto. De hecho, la UE aprobó en mayo de 2018 un plan de I+D con más de 450 millones de euros para incentivar la mejora de las baterías y fomentar la implementación de este tipo de vehículos en la eurozona.
Con estas perspectivas, el coche eléctrico empieza a ganar terreno en la UE y representa una opción más que interesante para las empresas, que ya empiezan a beneficiarse de ventajas fiscales y ayudas estatales, pero que además podrían beneficiarse en el futuro de baterías más duraderas y eficientes, impulsadas tanto desde el ámbito comunitario como desde la industria de la automoción.