1 Congreso Internacional Digital de Directivos
LA EMPRESA CON PROPÓSITO
Estos últimos meses la vida nos ha enseñado que necesitábamos parar un momento y reflexionar. La pandemia ha significado un verdadero tsunami y ha cambiado la forma de hacer las cosas, la forma de pensar, de vivir, de actuar. Vivimos un nuevo mundo con nuevas reglas, donde el propósito marca la diferencia y la esencia del nuevo capitalismo humanista.
“La responsabilidad social de la empresa es incrementar sus beneficios“. Hace 50 años de esta afirmación de Milton Friedman; el eje central que ha guiado el capitalismo durante décadas y que forma ya parte de la historia económica, pero que ahora ha quedado atrás. Lo cierto es que ya existía una tendencia que apuntaba a la necesidad de trabajar conjuntamente para la generación de valor a largo plazo, y que venía marcando la hoja de ruta de grandes corporaciones, un camino ahora intensificado.
El anuncio más reciente ha sido el del Vaticano, promoviendo una alianza con líderes empresariales para “aprovechar el potencial del sector privado de construir una base económica más justa, inclusiva y sostenible para el mundo”.
Ya existía una tendencia que apuntaba a la necesidad de trabajar conjuntamente para la generación de valor a largo plazo
En agosto de 2019 más de 180 CEOs de las principales compañías estadounidenses, entre las que estaba EY, firmaron una carta en la que concluyeron que el propósito que tantos años había guiado la actuación corporativa había cambiado. Ya no estaba fundamentado exclusivamente en el accionista, ahora el compromiso se ampliaba a la aportación de valor para toda la sociedad.
En enero de 2020, en Davos, se dio otro paso decisivo en el camino. Los líderes allí reunidos avanzaron en la idea de proponer unas métricas comunes para que las compañías demuestren su compromiso con la sostenibilidad a largo plazo, estableciendo unas recomendaciones que permitan ofrecer un marco general de actuación, integrando criterios financieros y no financieros.
Ahora, la crisis de la COVID-19 ha vuelto a tambalear nuestros cimientos, reforzando la idea de que una empresa que no esté reconocida ni legitimada por la sociedad no sobrevivirá. En este entorno, las empresas deben asumir su compromiso social a largo plazo, pero debe ser un compromiso compartido.
Es necesario trabajar en un nuevo contrato trilateral entre empresa, Estado y ciudadano en el que todos asumamos nuestra responsabilidad y trabajemos juntos en la misma dirección, marcando el camino de la recuperación y la generación de valor a largo plazo. La colaboración público-privada es crítica para poder sentar las bases a la salida de esta terrible crisis, mirando al mismo tiempo al horizonte más lejano.
Ese nuevo contrato debe asentarse sobre los tres grandes pilares, ejes de la generación de valor a largo plazo:
Para ello, se impone el liderazgo humanista. Es vital primar los valores por encima de todo y trabajar desde el seno de las organizaciones por la igualdad y la diversidad, tan enriquecedora. Por la salud y la conciliación. Por apoyar a todo el talento de las organizaciones, desde los más juniors que afrontan su desarrollo profesional en un nuevo entorno de incertidumbre, hasta los más seniors, que aportan un altísimo valor añadido.
Hay que trabajar juntos por la permanente capacidad de adaptación y el aprendizaje constante que nos prepare a todos a abordar los retos futuros, porque caminamos hacia un mundo laboral desconocido hasta el momento, donde la educación, la formación y la capacidad de aprendizaje (learnability) son esenciales para poner a las personas en el centro.
Es vital primar los valores por encima de todo y trabajar desde el seno de las organizaciones por la igualdad y la diversidad
Estamos en un momento de incertidumbre radical y frente a ello necesitamos transparencia y comunicación radical. Caminamos hacia organizaciones ágiles, flexibles, pero todo ello hay que combinarlo con serenidad, la serenidad que nos permita adoptar decisiones en este entorno tan complejo y transformador. Y todo ello con humildad e integridad.
En EY lo tenemos claro. Creemos firmemente en nuestro propósito corporativo, “Building a better working world”, y en nuestra aportación a la sociedad, porque cada empresa tiene sus fortalezas. Nosotros, a través de nuestra actividad de auditoría generamos confianza en los mercados de capitales y gracias a nuestro asesoramiento ayudamos a las empresas a crecer, a transformarse, a ser más resilientes. Y con 1.200 nuevas contrataciones al año, asumimos el compromiso de ser formadores de personas.
Profesionales que luego crecen en el seno de EY, muchos prosiguen su carrera profesional como directivos en otras empresas o se convierten en emprendedores, tan necesarios para el crecimiento económico y la generación de valor.
Luchemos por esa nueva sociedad que estamos creando donde los valores que unen a los ciudadanos, las empresas y los Gobiernos son el motor de un cambio de paradigma
En definitiva, cojamos aire y pensemos que estamos viviendo un momento histórico. Que sin olvidar el terrible impacto sanitario y social que ha tenido y sigue teniendo la pandemia, abordemos los nuevos tiempos con la mirada puesta en el horizonte y cogiendo todo el impulso de lo positivo que te dejan las crisis. Te obligan a reinventarte, con renovadas ilusiones para seguir la travesía. El objetivo merece la pena: luchemos por esa nueva sociedad que estamos creando donde los valores que unen a los ciudadanos, las empresas y los Gobiernos son el motor de un cambio de paradigma económico que sitúa a las personas en el centro. Hagámoslo. Y hagámoslo juntos.