El siglo XXI es la era de la transformación digital de España. La primera década acogió la llegada del internet a gran velocidad a través de banda ancha, gracias al despliegue de las redes ADSL, que más adelante han sido paulatinamente sustituidas por la fibra óptica. En la segunda, pudimos asistir a la digitalización progresiva de los hogares y las empresas españolas que, en gran medida, tuvo como protagonista al teléfono inteligente, un terminal que nos permite estar conectados a las redes de forma ubicua y permanente.
Finalmente, la tercera década del siglo trae consigo la aplicación de tecnologías de vanguardia, como la IA, el blockchain o el IoT, entre otras, que están replanteando los paradigmas sociales y económicos heredados del siglo pasado. La forma en que producimos, aprendemos, nos comunicamos o nos divertimos, adquieren nuevas dimensiones gracias a las tecnologías digitales.
En Fundación Telefónica hemos sido testigos, en primera fila, de este proceso de cambio que está experimentando nuestro país, y hemos intentado analizarlo y reflejarlo en nuestra publicación anual ‘Sociedad Digital en España’, un informe que lleva más de veinte años relatando los hitos y las tendencias que caracterizan a la sociedad y economía emergentes. En el volumen más reciente, correspondiente a 2022, hemos planteado los retos y oportunidades de la digitalización española en un escenario internacional convulso como el que vivimos actualmente.
Las crisis provocadas por la pandemia y la posterior guerra de Ucrania han puesto a prueba el músculo de la economía digital, demostrando que se ha convertido en un pilar clave para la reactivación del crecimiento. A modo de ejemplo, la caída del valor añadido bruto del sector digital fue notablemente menor que la del PIB durante el año de crisis de 2020: el -2,4% frente al -9,8%.
España ocupa el noveno puesto en conectividad dentro de los veintisiete Estados miembros de la Unión Europea, y el 92 % de los hogares españoles tiene a su disposición redes fijas de muy alta capacidad. Asimismo, tenemos más cobertura en poblaciones rurales de las que tienen muchas ciudades y capitales europeas. En paralelo, en 2021 hemos avanzado de forma considerable en la implantación del estándar de comunicaciones móviles 5G, que se prevé que conlleve más de 5 000 millones de euros en inversiones y la creación de más de 300 000 empleos.
‘Sociedad Digital en España 2022’ pone en evidencia que la ciudadanía española ha incorporado la tecnología en sus vidas como algo cotidiano. El cierre y el confinamiento por el coronavirus aceleraron aspectos como la penetración del teletrabajo en nuestro país o la utilización de herramientas digitales en la educación. También han profundizado tendencias preexistentes relacionadas con el consumo, como el comercio y los pagos electrónicos.
Las principales actividades que llevamos a cabo online son las relacionadas con el ocio, y, en particular, las que tienen que ver con el consumo audiovisual, si bien internet está presente en casi todas las facetas de nuestras vidas. Por ejemplo, casi el 70% de los españoles se relacionó con la Administración a través de las redes en 2021, y más de la mitad de la población concertó una cita médica por ese mismo medio.
En el caso de la empresa española, el informe señala que está en general bien dotada de tecnología, pero que aún presenta un margen para aumentar su productividad gracias a su explotación, especialmente incorporando en los procesos de negocio aplicaciones de vanguardia basadas en el IoT, la IA o el cloud computing.
A pesar de lo avanzado del proceso de transformación digital de España, existen determinados factores que hay que mejorar para conseguir que el cambio sea más armónico. Quizá el más importante es garantizar que nadie se queda atrás, que no se amplíen y que desaparezcan las brechas digitales relacionadas con la edad o el nivel socioeconómico. Igualmente importante es impulsar la formación de profesionales digitales en nuestro país, para poder alimentar la demanda de una economía cada vez más tecnológica, y, en concreto, aumentar la presencia de la mujer en las profesiones tecnológicas.
Desde la perspectiva productiva, hay que fomentar la modernización de la pyme, y muy especialmente, de la microempresa, que aparece siempre rezagada en el ámbito de la adopción de tecnologías.
Finalmente, hemos de garantizar que la transformación digital se lleva a cabo dentro de un marco ético de valores, con una vocación decididamente antropocéntrica que ponga al ser humano en el centro del proceso de cambio.
