Tradición, innovación y una mirada profundamente humana. Joan Roca, alma mater de El Celler de Can Roca, nos abre las puertas de su universo culinario para reflexionar sobre los desafíos de la alta gastronomía, la gestión sostenible de un proyecto con tres estrellas Michelin y la evolución de la cocina en un mundo cada vez más interconectado. Desde la experiencia sensorial que define su restaurante hasta la ambición creativa de Esperit Roca, su nuevo proyecto, el chef catalán defiende una cocina que emociona, que cuida y que forma. Porque en su visión, la excelencia no se mide solo en técnica, sino en sensibilidad, coherencia y propósito.
En El Celler de Can Roca la creatividad no es una búsqueda aleatoria de novedades, sino una evolución natural y coherente de nuestra identidad. Cada plato nace del diálogo entre memoria, tradición, academicismo, innovación, paisaje, vino, mundo dulce, sentido del humor, magia e incluso atrevimiento. La creatividad está al servicio del relato, no al revés. La experiencia en el Celler se sostiene sobre tres pilares: la hospitalidad, la excelencia culinaria y la conexión emocional con quienes nos visitan. No buscamos solo sorprender, sino conmover.
Uno de los grandes retos ha sido mantener la excelencia sin perder el alma del proyecto. También lo ha sido encontrar el equilibrio entre la libertad creativa y la viabilidad económica. La clave ha sido siempre el trabajo en equipo, la confianza entre nosotros tres hermanos y un modelo de gestión centrado en las personas: tanto el equipo como los clientes. La sostenibilidad emocional y humana es tan esencial como la financiera o la medioambiental.
Esperit Roca nace del deseo de mantener viva la pasión, de abrir nuevas posibilidades creativas. Es un proyecto poliédrico: una exposición sobre nuestro proceso creativo, una gran bodega, una destilería, una biblioteca gastronómica, un restaurante que recupera platos icónicos del Celler, y un hotel boutique con el restaurante Fontané, que rinde homenaje a la cocina tradicional catalana y a nuestra madre.
La sostenibilidad forma parte de nuestro ADN: reciclamos vidrio, trabajamos con pequeños productores, respetamos la estacionalidad y cuidamos el impacto ambiental. La Estrella Michelin ha sido una gran alegría, un reconocimiento al esfuerzo de un equipo joven y comprometido. Pero también es una responsabilidad: la de seguir siendo coherentes con nuestros valores.
Creemos profundamente en la transmisión del conocimiento. Lo hacemos a través de la formación dentro del restaurante, pero también con estancias, proyectos educativos, charlas y colaboraciones con escuelas. A los jóvenes les animamos a cultivar la sensibilidad, el respeto por el producto y el entorno, el trabajo en equipo y una actitud abierta y reflexiva. El futuro de la cocina estará en manos de personas con valores sólidos y una mirada más consciente.
Vivimos un momento fascinante: la gastronomía global está más conectada que nunca, pero a la vez hay un respeto creciente por la identidad de cada cocina. Las culturas culinarias dialogan sin perder sus raíces. De cada país he aprendido técnicas, ingredientes, modos de entender la cocina como un acto cultural, social y humano. Esa interacción nos enriquece y nos recuerda que, más allá de las diferencias, todos cocinamos para cuidar, para compartir y para emocionar.