REVISTA APD ESPECIAL CIOS
«Determinadas actitudes académicas han de cambiar», asegura la Presidenta Delegada de la Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC, Pilar López Sancho. Sin embargo, en su opinión, son muchos y muy diversos los aspectos que entran en juego a la hora de hacer más atractivas las carreras STEM a ojos del talento femenino y, por supuesto, de incrementar el número de mujeres en un ámbito laboral, el de la Ciencia y la Tecnológica, que significa futuro y que, a todas luces, puede cambiar nuestras vidas. La situación mejora día a día, pero aún queda mucho camino para alcanzar la igualdad.
Según las últimas estadísticas publicadas por la CE, las mujeres obtienen cerca del 60% de los grados otorgados por las universidades públicas de los 28 países de la UE, con mejores expedientes que los hombres, y el 50% de los doctorados. Sin embargo, la presencia de mujeres varía mucho según las especialidades. En las universidades españolas la proporción de mujeres matriculadas en carreras de Ciencias en 2016 va desde un 60% en Biología a un 25% en Física. Entre estos valores extremos se sitúan Química, con un 53% de mujeres matriculadas; Geología, con un 40%; y Matemáticas, con un 38%. En Ingenierías y Arquitectura la presencia de mujeres es del 26%, con diferencias entre las distintas ramas, y en Informática no supera el 15%. Es preocupante que la proporción de mujeres en estos estudios ha disminuido en los últimos años.
En la evolución de la carrera académica de hombres y mujeres existe una asimetría que hace que según avanzamos en la jerarquía, el porcentaje de mujeres baja, llegando a solo el 24% de las cátedras. Esa asimetría es aún más pronunciada en las carreras STEM, en las que las mujeres solo tienen el 15% de las cátedras. Esas bajas proporciones se observan también en el sector tecnológico, donde la presencia de trabajadoras es minoritaria. Aunque en los últimos años se ha realizado un esfuerzo por admitir mujeres en los Comités de Dirección, su presencia sigue siendo baja, en torno al 20%.
En la UE hay en torno a un 35% de investigadoras, siendo el porcentaje en España algo mayor (40%). Sin embargo, en las áreas STEM la proporción es del orden del 26%. En el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) las mujeres representan el 36% del personal investigador en plantilla, y el área donde son más numerosas es en el de Ciencia y Tecnología de Alimentos con un 54%, mientras que en las áreas de Recursos Naturales y Ciencias y Tecnologías Físicas representan un 24,4% y 21,5% respectivamente.
En el CSIC, según las estadísticas anuales que publica la Comisión de Mujeres y Ciencia (CMYC), la presencia de mujeres ha aumentado de un 31% en 2001 al 36% en la actualidad. La subida más significativa tuvo lugar durante los años en los que la oferta de empleo público aumentó. Desafortunadamente, la crisis cortó el número de plazas y contratos, y ese aumento se ralentizó.
Las mujeres tuvieron prohibida la entrada en las universidades hasta finales del siglo XIX, y en España no tuvieron acceso libremente hasta 1910. Este detalle pude explicar algunas actitudes académicas que todavía persisten. Pero las razones son múltiples y complejas. Simplificando, podríamos decir que siempre las ciencias duras y la tecnología se han considerado carreras de hombres. Los valores que, muchas veces inconscientemente, se transmiten en nuestra sociedad mantienen los estereotipos tradicionales y las niñas no se sienten atraídas por estas carreras. En 2017 la Revista Science publicó un estudio que indicaba que entre los 5 y los 7 años las niñas cambiaban la percepción que tenían de sí mismas pasando de considerarse inteligentes a considerarse muy trabajadoras y, lo que es peor, dejaron de interesarse por los juegos para inteligentes.
Sí, creo que el hecho de que exista ese índice, que indica que las mujeres encuentran barreras y discriminaciones en su profesión, es muy importante. Aunque no tan deprisa como nos gustaría, pero el índice va disminuyendo en los países europeos.
La legislación es muy importante. En España la Ley de Igualdad de 2007 y todas las medidas que lleva asociadas marcan un cambio significativo. Pero, efectivamente, no es suficiente. De hecho, la declaración de la UNESCO del 11 de febrero como Día Internacional de las Niñas y las Mujeres en las Ciencias pone de manifiesto que la baja representación femenina en estas carreras es un problema global, y en la misma declaración se indica que tenemos que vencer los estereotipos y que las niñas tienen las mismas capacidades intelectuales que los niños.
Tanto la Ley de Igualdad de 2007 como la Ley de la Ciencia de 2011 significaron avances para la situación de las mujeres, así como la creación de la Unidad de Mujeres y Ciencia en el Ministerio de Ciencia y Universidades. Ahora las universidades y los organismos de investigación tienen planes de igualdad, protocolos para la prevención del acoso… La situación ha mejorado, aunque queda mucho camino para alcanzar la igualdad.
En 1999 la CE publicó las primeras estadísticas desagregadas en el Informe ETAN, poniendo de manifiesto la desigualdad que existía en el mundo académico, reflejo de la desigualdad que existe en nuestra cultura y en nuestra sociedad. Si no existen pruebas de que hay un problema, no se puede solucionar. Las estadísticas desagregadas demostraron que había un problema.
En mi opinión, se debe empezar en las primeras etapas de la educación. Creo que la enseñanza de las Ciencias tiene que empezar cuando son pequeños, despertar su curiosidad y también educarles con valores de igualdad, dar seguridad a las niñas de sus capacidades y a los niños enseñarles a respetarlas. También visibilizar los logros científicos de las mujeres que, efectivamente hay muchos y muy importantes, y se han ocultado, para que las niñas tengan modelos a seguir.
Sí, la Ciencia y la Tecnología cambian nuestras vidas. Es importantísimo que las mujeres aumenten su participación en ellas, aporten su perspectiva y su talento, lo que significará un enriquecimiento de los resultados científicos y de la tecnología.