Los logos de las marcas comerciales están tan asimilados en nuestra forma de vida que casi no nos damos cuenta de la cantidad de veces que aparecen ante los ojos. Sin embargo, aunque estos ‘dibujos’ pasen aparentemente desapercibidos a la vista, el cerebro recoge la información que le transmiten y la va dejando almacenada en su interior.
Así, por ejemplo, si una empresa alimentaria consigue que su distintivo sea interpretado por las neuronas como saludable o health-friendly, en el momento de acudir al supermercado es más posible que la terminemos comprando frente a otras de su competencia: nuestra masa gris nos ha hecho recordar los valores positivos que asoció a su marca.
Aunque tanto el precio como la calidad del producto ofertado son factores determinantes a la hora de que el consumidor decida o no adquirir un objeto o servicio, existen estudios que demuestran que el diseño de los logos de las marcas influyen también de manera directa sobre la percepción general del artículo.
En 2015, el Journal of Consumer Research hizo público un análisis en el que dejaba claro la importancia de que las empresas crearan un ‘símbolo’ que, a la vez que las representara, comunicara los valores deseados.
Los expertos presentaron diferentes logos a los participantes de la investigación, haciéndoles decidir qué cualidades asignarían a una marca de deportivas y a otra de sofás si su emblema fuera alguno de los que les ponían delante. El resultado fue concluyente: todos los redondeados se asociaron de manera inconsciente con características como la comodidad y la suavidad, mientras que los más picudos y angulosos se vincularon conla resistencia y la dureza.
Extrapolando esta relación de conceptos, se concluye que las formas redondas o tendentes a la circularidad son apreciadas como portadoras de sensaciones cercanas, agradables, muy próximas al cliente potencial que las tiene delante. Es el caso de los logos de Starbucks, Pepsi o Mozzila, empresas que pretenden transmitir cierta ‘amistad’ a sus compradores y usuarios. Por su parte, las formas angulosas no son necesariamente sinónimo de aspereza o distanciamiento, sino que simplemente imprimen otro tipo de efectos relacionados con la firmeza y la seriedad. Ejemplos de ello podrían ser los emblemas de las tarjetas Visa o Evo Banco.
Esta asociación de ideas no se produce solo en el mundo del marketing, sino que también se deja ver en sectores tan diferentes como el cine de animación. En las películas donde los contenidos se desarrollan a través de ordenador y nuevas tecnologías, es muy frecuente que los creadores recurran a las formas geométricas para atribuir a sus personajes una u otra cualidad.
Así, cuando quieren que el protagonista sea sensible y resulte simpático al público, lo cargan de formas circulares. La silueta del ratón más querido y adorado del mundo, Mickey Mouse, puede dibujarse con tan solo pintar sobre el papel un círculo grande y dos más pequeños en la zona superior para simular las orejas. Por contra, si el personaje es malvado, seguro que entre sus rasgos físicos se localizarán sin dificultad elementos triangulares y angulosos –¿quién no recuerda la forma puntiaguda de las narices de las brujas o los largos dedos de Cruella de Vil?–.
Los cuadrados se incorporan en los personajes aburridos, torpes o incluso limitados a nivel intelectual. Los trogloditas se suelen dibujar recurriendo a estas formas geométricas, mismas referencias empleadas para aludir al carácter firme y reticente al cambio de personajes tan populares como Gastón –con su prominente mandíbula cuadrada en La Bella y la Bestia–; Ira, la voz interior más enfurruñada de la película de animación Inside Out; o el encantador –aunque cascarrabias– abuelo de Up.
Y si la forma de los logos es importante, el color no se queda atrás. La influencia cromática es una constante en el mundo del marketing, pues el tono con que se pinta el emblema de la empresa dice mucho más de lo que aparentemente puede parecer. El blanco está asociado a valores de bondad, pureza y confianza; mientras que el negro se vincula a la sobriedad, la elegancia, el glamour y la sofisticación.
Todo lo contrario reflejan el amarillo y el rojo, dos colores cálidos relacionados directamente con la simpatía, la energía y las buenas vibraciones que pretenden transmitir compañías como Ikea, McDonald’s o Coca Cola.
En esta misma línea se emplea el naranja, un color que desprende alegría y que también encierra ciertas connotaciones económicas. De hecho, dos bancos –ING Direct y Bankinter– lo han escogido para sus logos, y una aeronáutica vinculada a lo ‘low cost’ –EasyJet– lo usa en todos sus aviones.
La positividad también se puede transmitir optando por los logotipos arcoíris, es decir, aquellos que muestran varios colores en su diseño para dotar de atrevimiento e innovación sus nombres –Ebay, Microsoft y Google son claros ejemplos de ello–.
El verde entronca con el medio ambiente y es muy frecuente que empresas relacionadas con la naturaleza lo elijan para sus logos. Por ejemplo, la petrolera BP, que a través del verde inyecta en el subconsciente la sensación de cuidado natural y sostenibilidad. El azul, por su parte, se emplea para aportar sensación de confianza, transparencia y estabilidad –como en el caso del sistema de pagos PayPal o la consultora IBM–.