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¿Dónde se ven -realmente- dentro de cuatro años? 4 maneras de conseguir que tus empleados digan lo que piensan sobre tu empresa

¿Por qué es tan complicado conseguir que tus empleados digan realmente lo que piensan de las empresas en las que trabajan? Efectivamente son quienes mejor conocen tu modelo de negocio y sus opiniones pueden acercarte al éxito o acelerar tu caída al completo fracaso; pero no se sinceran. Ya sea por miedo al despido o por su poco compromiso con la empresa, te mienten deliberadamente. Descubrir las verdaderas opiniones de tu plantilla te abrirá muchas puertas.

Trabajar a diario en una empresa es la mejor manera de detectar sus puntos fuertes y sus posibilidades de mejora. Conocer la compañía desde dentro es la receta óptima para identificar cuáles son esos resquicios en los que se podría aumentar el beneficio y cuáles son las señas de identidad que no hay que dejar escapar. Por eso, nada mejor que los propios empleados para numerar estas flaquezas y fortalezas. Y para ello, necesitamos que sean sinceros y revelen sus verdaderas opiniones sobre la organización de la que forman parte, cada día de su vida. 

Sin embargo, no siempre resulta fácil conseguir que los trabajadores se animen a comunicar las características que podrían hacer mejorar a la empresa. Bien sea por miedo a que sus valoraciones no sean bien recibidas, bien sea por pereza; las compañías se enfrentan a un ‘secretismo’ por parte de la plantilla que no supone ninguna ventaja.

Numerosas investigaciones sobre relaciones laborales han llegado a decir que, si se conoce lo que piensan los trabajadores, se conocerá el futuro de la empresa. Al fin y al cabo, son ellos los que inoculan a la marca toda la carga de valores que se quiere asociar a la compañía: respeto por el medio ambiente, seriedad, responsabilidad, creatividad… Sin el feedback de los empleados es muy difícil augurar los próximos pasos de la empresa. ¿Cómo conseguir que digan realmente lo que piensan?

El 65% de la comunicación no verbal. Saber interpretar esta forma de lenguaje es fundamental para que un líder conozca la verdad de lo que quieren decir

Según detallan los expertos de Harvard Business Review, existen cuatro pautas para que los miembros de la plantilla dejen de mentir deliberadamente, y funcionan.

1. Pregunta, no interroga

Parece obvio, pero a veces la solución a los problemas radica en las cosas más sencillas. Si se quiere saber qué opinan los empleados acerca de un determinado tema, hay que formular la pregunta de manera abierta para que puedan aportar sus respuestas sinceramente.

Se trata de no condicionar sus comentarios y plantear la interrogación de tal manera que el interlocutor no intuya o perciba que se le formula buscando una determinada contestación porque, de ser así, preferirá decirnos lo que queremos escuchar.

Si el equipo no expone con naturalidad sugerencias de mejora o no propone cambios que ayuden a mejorar a la empresa, algo estás haciendo mal. No obstante, el hecho de que no reaccionen motu proprio no significa que hayas fracasado, quizá simplemente no sienten la suficiente confianza como para pronunciarse sin tapujos. Dales algo de tiempo y, por favor, pregunta más a menudo; limitarte a la típica encuesta anual no es la mejor estrategia para conseguir que exista un feedback continuo de pros y contras

¿Dónde se ven -realmente- dentro de cuatro años? 4 maneras de conseguir que tus empleados digan lo que piensan sobre tu empresa

2. La duda no ofende

Si sales de una reunión y crees que te has explicado a la perfección porque nadie tenía preguntas, es posible que haya algo que esté fallando. Si bien es cierto que puedes haber dado un speech digno del Premio Nobel, lo más frecuente es que la falta de interacción en estos encuentros de trabajo venga motivada por una carencia de seguridad en los empleados. Tanto en sí mismos como en tu figura, y ambas aptitudes son nefastas para la buena marcha de una organización. 

Intenta averiguar si de verdad tu explicación ha sido tan buena o tus empleados no se atreven a plantearte dudas o sugerencias de mejora. De estas rondas de aclaraciones tras una reunión es precisamente de dónde sacarás las opiniones, dudas, críticas o alabanzas más constructivas. 

3. Humildad, divino tesoro

Los trabajadores se sentirán abrumados -asustados, desmotivados, alertados, incomodados y un largo etcétera- si cada vez que han tenido ideas diferentes a su jefe, la reacción ha resultado poco amistosa. Si un empleado se sincera con su líder y, de una manera cordial y educada, le expone un comentario distinto al que espera oír; lo último que se debe hacer es responder con negatividad ante este gesto.

Aunque en determinadas ocasiones las empresas deben tomar decisiones rápidas y no hay posibilidad de entrar en debate sobre cuál sería la mejor opción ante un conflicto, la norma general debe regir el intercambio de ideas y su fomento a través del diálogo dejando a un lado el ego y la soberbia.

Que los jefes sepan reconocer sus propios errores o antepongan una idea de un empleado a las suyas, son rasgos que los trabajadores sabrán valorar y motivarán que quieran colaborar con más ganas en los procesos de mejora de la empresa. 

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4. El sincero lenguaje no verbal

La comunicación no verbal es clave en las relaciones humanas y, por tanto, también encuentra su hueco en el mundo laboral. Un buen jefe sabe prestar atención a los gestos de sus trabajadores y a las muecas involuntarias que se puedan presentar.

Tal y como se recoge en el libro The definitive book of body language, Allan y Barbara Bease apuntan que más del 65% de la comunicación entre personas es no verbal. Los seres humanos se expresan continuamente sin necesidad de palabras y saber interpretar esta forma de lenguaje es fundamental para que un líder conozca la verdad sobre las opiniones de sus empleados.

Si un trabajador baja la mirada o evita el contacto visual tras la formulación de una pregunta, es posible que la razón radique en su falta de confianza para lanzar su respuesta. Detectar las contradicciones entre las palabras de alguien y el lenguaje corporal aumentará de manera drástica la capacidad de darse cuenta de lo que realmente está ocurriendo.

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