Diferentes investigaciones han confirmado que el cerebro humano toma el 90% de sus decisiones de manera inconsciente. El objetivo del neuroliderazgo es conocer el funcionamiento del cerebro de los líderes y el de los trabajadores a su cargo para optimizar su rendimiento. Una disciplina derivada de la neurociencia podría mejorar la efectividad de quienes ocupan puestos directivos.
El avance de la ciencia permite que se comprenda mejor cómo se estructura el cerebro. Esto favorece y facilita que se pueda intervenir en ciertos aspectos para potenciar el desempeño de una tarea. ¿Cuáles son sus claves?
El neuromanagement estudia la relación entre la atención cognitiva y el control de la mente para conseguir la adaptación a nuevos escenarios globales. Esta capacidad de adaptación está relacionada con la plasticidad cerebral y hace que los directivos puedan afrontar mejor los problemas y ser más resilientes.
Estas hacen referencia a las competencias transversales que resultan clave en la gestión de un entorno postdigital. Entre ellas se incluye la aplicación y gestión de las aportaciones de profesionales que trabajan con personas y que colaboran en las áreas de investigación de la neurociencia.
Se puede trabajar con los líderes para que adquieran una mayor sensibilidad y más habilidades y técnicas para reconducir situaciones. Entender los hechos y comprender los sentimientos de las personas es fundamental para trabajar en equipo.
Esta cualidad permite a un líder ser un gran estratega, gestionar diferentes estímulos eficazmente y tomar decisiones acertadas.
Las personas que deben realizar tareas de gestión conectan con mayor facilidad con el neuroaprendizaje y tienen mayor capacidad de hacer conexiones sinápticas, reorganizarse y retener los conocimientos adquiridos.
Uno de los retos de los líderes actuales es conseguir que los miembros de su equipo usen su potencial máximo de la mano de la evolución de la organización.
Deben saber que la emotividad activa los mecanismos que están en la base del entusiasmo, la inspiración y la pasión. Todo ello indispensable para la dirección de personal.
¿Cómo aplicarlo?
La ciencia es más eficaz que el presentimiento y la opinión. Es necesario establecer objetivos empresariales mejorando la participación de los trabajadores, reduciendo la rotación del personal y elevando la excelencia del comportamiento del liderazgo de los directivos.
Habrá que incidir en los aspectos que mejor funcionan y realizar aquellos cambios necesarios.
El sistema de recompensa está ligado a las necesidades básicas. Es la forma en la que, mediante sensaciones placenteras, el cerebro decide qué acción es mejor para la supervivencia y predispone a seguir realizándolas en un futuro.
Al liberar dopamina, el cerebro busca la forma de volver a ser recompensado.
Para crear un buen ambiente laboral también hay que tener en cuenta la cooperación voluntaria.
Por eso hay que esforzase en tener las mejores condiciones laborales para los trabajadores. Esto crea una mayor socialización y favorece el bienestar y un buen estado anímico.
Es muy importante que se realicen talleres en los que los directivos participen de modo directo con sus colaboradores. Así transmiten la misión y visión de la organización o empresa.
Las emociones tienen una influencia muy importante a nivel interno y en las relaciones con los demás. Los líderes deben ser generosos y dedicar a los miembros de su equipo el tiempo necesario para hacerles sentir cómodos, respetados y valorados.
En definitiva: para mejorar el funcionamiento de una empresa se pueden impulsar diferentes talleres de neuroliderazgo con los miembros de la organización que sea necesario.