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Opinión

Miguel Ángel Turrado: «Sin personas no hay transformación que valga»

Director General de HP SCDS

Definitivamente, el mundo se ha vuelto loco. Decía Eduardo Mendoza hace unas semanas al recoger su Premio Cervantes, “Don Quijote estaba realmente loco pero sabía que lo estaba, y también sabía que los demás estaban cuerdos y… lo contrario de lo que me pasa a mí. Yo creo ser un modelo de sensatez y que los demás están como una regadera y, por este motivo, vivo perplejo, atemorizado y descontento de cómo va el mundo”. Y es que esa sensación de Eduardo Mendoza de que el mundo está loco no solo es suya. Estamos en una transformación sin precedentes. Siempre ha habido cambios, pero nunca del calado, de la profundidad, de la velocidad de los que nos rodean. Nada volverá a ser como antes.

Tenemos que adaptarnos a estas transformaciones, reinventarnos. Esto hace que nuestros empleados, al igual que Eduardo, se sientan muchas veces “perplejos, atemorizados y descontentos”. Pero, por otro lado, es justo en los empleados, en el capital humano de las empresas, donde reside la clave para el éxito o el fracaso de cualquier proyecto de transformación.

Especial cuidado en la gestión de personas

En HP vimos hace años esta necesidad de transformación y abordamos nuestra reinvención con foco e intensidad, llegando a su punto máximo hace 2 con la separación en dos compañías. Sin duda, una de las separaciones empresariales mayores y más complejas de la historia. Y en España, no fuimos ajenos a esta complejidad. Tuvimos que revisar miles de contratos en miles de clientes, afectó a nuestros más de 12.000 partners y a unos 8.000 empleados. Afortunadamente, conseguimos que fuera un éxito, y que no se vieran afectados indicadores tan relevantes para nosotros como el nivel de compromiso de nuestros empleados o el de lealtad de nuestros clientes. ¿Cuál fue la receta?. Pues ingredientes muchos y muy variados, pero yo destacaría uno: el especial cuidado en la gestión de las personas y la cultura de la empresa durante toda esta reinvención.

Nunca se debe obviar que detrás de todo siempre hay una persona: la importancia del factor humano en el camino de cualquier cambio que queramos implementar. Es el capital más valioso. Solo con una buena dirección de las personas conseguiremos que el cambio sea un éxito. Tienen que tener sensación de contribución al equipo, de aportar valor añadido, de ser partícipes en la creación del futuro.

Las personas, a todos los niveles de la organización, solemos ser resistentes al cambio debido a la incertidumbre y pérdida de control de la nueva situación, a la pérdida de derechos adquiridos… En general, al miedo a lo desconocido. El gran reto es que todas las generaciones acepten y adopten el cambio. La coexistencia de generaciones da una diversidad única que no podemos perder. Desde los más jóvenes hasta la gente con más experiencia, que normalmente presenta más resistencia al cambio, deben aceptar y sobre todo comprometerse con este.

El papel estratégico de la comunicación interna

Para alcanzar el éxito, toda transformación debe ser entendida como un proceso positivo, por lo que hay que mostrar a todos los integrantes de la organización las oportunidades que aparecen con ella. Hay que conseguir pasar cuanto antes de la negación a la aceptación del cambio. La comunicación interna es clave, es la gran palanca. Nunca hay que asumir que toda la organización conoce lo que está sucediendo. La comunicación interna permite tranquilizar a la gente; seguro que todos personalmente hemos vivido alguna situación en la que veíamos que algo estaba pasando, y hemos experimentado los sentimientos negativos que provoca el no saber el qué o el porqué. La comunicación también permite alinear a los empleados con los objetivos del cambio, facilitando una visión de futuro ilusionante y necesaria, convirtiéndolo en una aspiración: nada mejor que entender que el cambio no es algo gratuito, sino que tiene un fin que es bueno para la organización y, con ello, para su gente.

Por último, no debemos pensar que todo ha finalizado cuando lo parece porque, normalmente, no es verdad. Debemos seguir mejorando a la vez que consolidamos lo conseguido. La transformación puede tener fecha de inicio, pero no de finalización. Por eso nuestro lema, Keep Reinventing.

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