Llegan las fiestas navideñas, y con ellas las famosas cenas de empresa. Lo que empezó siendo en el siglo XIX una conmemoración elegante de los logros alcanzados en el año, con discursos formales y premios a los empleados más destacados, hoy se ha convertido en algo mucho más ligero, democrático y casquivano.
Y después de todos estos equilibrios, toda esta prudencia, si al día siguiente recuerdas algo que no debiste hacer o decir, sé condescendiente contigo mismo. No eres perfecto, sino tan humano como los que desde la distancia puedan censurarte; con más responsabilidad, más necesidad de ser ejemplar, pero perfectible como todos. Y si alguien no lo entiende así, pues quizás no merezca ni tu confianza ni tu cercanía.
¡Feliz Navidad, Querido CEO!
Enrique Sánchez de León