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Querido CEO

¿Cómo luchas contra la culpa?

Una micronewsletter de APD
2024-03-22 10:00:00

Desde que Adán y Eva fueran expulsados del paraíso tras comer la fruta prohibida, la culpa ha sido uno de los pilares alrededor del cual se ha construido nuestra sociedad. Las indulgencias medievales se establecen para mitigar la culpa; el Credo, una de las oraciones principales del cristianismo, contiene el famoso “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”; y Freud, por ejemplo, afirma que al hombre lo mueve la culpa, y ésta es la que le hace desear, actuar y existir.

Frente a esta cultura de la culpa, el mecanismo emocional de control más frecuente en el mundo islámico y en el oriental es la vergüenza, y específicamente en Japón, es el honor. Mientras la vergüenza es una reacción a la crítica que otros hacen de uno, y cada persona hace lo que se espera de ella y no necesariamente lo que es bueno según su conciencia, la culpa surge cuando violamos nuestros estándares de moralidad y los valores que nos dicta nuestra conciencia. Es más, debido a nuestra formación cristiana, al sentimiento de culpa originado por el pecado, se une el temor a la condena y al castigo divinos.

Hoy en día, el mundo occidental parece estar experimentando el final de la cultura de la culpa y una paulatina adopción de la cultura de la vergüenza. Y ya no es solo la culpa, sino que la propia responsabilidad individual se ha diluido en múltiples responsabilidades ajenas al individuo, ya sea el azar, los demás, el propio Estado, o incluso Dios. Todos tienen la culpa o la responsabilidad, menos uno mismo.

Y tú, querido CEO, ¿cómo afrontas tus sentimientos de culpa?

Aunque investigaciones recientes concluyen que personas con disposición a la culpabilidad tienden a tener un fuerte sentido de la responsabilidad, y eso provoca que las demás personas en la organización las vean como más líderes, la culpa excesiva puede generar ansiedad, estrés, y llegar a ser paralizante. “Ninguna culpa se olvida mientras la conciencia la recuerde”, decía el escritor austríaco Stefan Zweig.

Lucha, por tanto, querido CEO, contra la culpa tóxica. Deshazte en primer lugar de las culpas falsas, porque solo eres culpable de tus decisiones, no de las ajenas. Interioriza que el sufrimiento que produce la culpa casi nunca equivale a la dimensión de la tragedia. Acepta que, como decía el cardenal Richelieu, siempre habrá alguien dispuesto a culparte de algo -“Que me den seis líneas escritas por la mano del hombre más honrado, y hallaré en ellas algún método para ahorcarlo”- . Y asume que es un privilegio del hombre sentir culpa, y una responsabilidad el superarla.

Aunque es difícil luchar contra siglos de cultura y educación en la culpa, aprovecha estos días de vacaciones y descanso para hacer un ejercicio de introspección y liberación. Sin duda encontrarás un mayor hueco en tu mente y tu alma para crear, imaginar e innovar, que es lo que de verdad nos caracteriza como seres humanos, y lo que se espera de nosotros como CEOs.

Cuídate mucho

Enrique Sánchez de León

 

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